Paloma le pone swing a nuestro cadillac
El cadillac de Big Bopper (El Aleph Editores) es un viaje alucinado y alucinante en compañía de George Gastin por las carreteras norteamericanas a lomos del cadillac blanco que piensa destruir en la tumba del legendario Big Bopper. Bueno... eso y mucho más en realidad, porque también hay viajes que se emprenden con octanaje alternativo. Reunimos a sus personajes para que nos hablen de él:
Madrid-North Beach. Restaurante Gas-Stop Peggy Sue (calle Amaniel 20) 23.14h.
Dos tipos con aspecto desaliñado pero cuidadosamente embriagados hablan desesperadamente. Uno de ellos (EL HOJALATA) abraza su botellín y exclama: ¡A todo llegamos tarde!, incluso a una maldita traducción.
(alguien cruza el umbral del restaurante y se une al grupo)
EL MUGRE: Perdonen el retraso, pero he tenido que resolver unos asuntillos antes de rocanrolear con ustedes ¿Qué quieren que les cuente de Jim Dodge? ¡Eh! Chavala, ve poniéndote unas patatas con vinagre para el tío Mugre...
EL FANTASMA: Tranquilo... ya llevamos unas cuantas cervezas que -imaginábamos- vas a pagar de tu bolsillo.
EL MUGRE: ¿Umh? Veremos...
EL HOJALATA: Aunque no te lo creas sabemos pedir sin ti e incluso leer a escondidas cuando duermes. De hecho estábamos hablando del libro de Dodge.
EL FANTASMA: Antes le Decía al Hojalata que un viaje así, aparentemente inútil, cargado de música y drogas, conduciendo como John Coltrane toca el saxo tiene el romanticismo de la generación beat pero algo más de ternura.
EL HOJALATA: ¿Ternura? Te estás volviendo un blando. Lo beat murió y cualquier intento de resucitarlo es volver a asesinarlo, vilipendiarlo y mearlo encima. Si la intención literaria es lo que cuenta, buena es, pero le falta chispa en determinadas ocasiones y le sobran personajes.
DONNA: El único personaje que sobra eres tú...
EL HOJALATA: Ya sabéis que siempre he preferido los directos. Son los golpes más eficaces.
EL MUGRE: ¡Ja! Eso lo dices porque todavía no conoces los Personajes secundarios de J.J. Por cierto... ¿qué mierda es ésta? Dadme algo para la gramola... por lo menos en El cadillac hay una radiación de (buena) música que lo inunda todo... ¡¿Dónde coño estarán esas patatas?!
EL HOJALATA: ¡¡Vale tío!! ¡Pide lo que quieras, pero no me grites!. La selección musical del libro está bien... pero la auténtica banda sonora es el motor del Cadillac. Nada debe apagar su rugido al morder el asfalto, el polvo de una frenada en el desierto o los bruscos cambios de marcha... ¡Eso sí es ritmo, eso sí es rock´n´roll!
For you to know a just how I feel / A love for real not fade away / oo-bop-wop, bop-bop...
EL MUGRE: Esto ya es otra cosa.
EL FANTASMA: No sé... me quedo con el jazz del inicio del libro. Uno de mis momentos preferidos es cuando, después de despeñar George Gastin su primer coche por un barranco, Big Red sube solo al escenario e improvisa “Mercury cayendo”, una pieza de veinte minutos dedicada a su amigo George Gastin por su cumpleaños...¡Increíble!
DONNA: No se trata sólo de la música... es un libro sobre la gloriosa locura que supone estar vivos, una maldita celebración del fracaso y del amor.
(La camarera trae las patatas del mugre y lubricante para todos)
EL MUGRE: ¡Amén!