DE TAXISTAS Y BORRACHOS. UN VIAJE A LA NOCHE LIMEÑA

6 de mayo de 2008

Existen pocos colectivos tan vilipendiados y difamados como el de los taxistas. Un gremio que a diario lidia con irritantes adolescentes alcoholizados, impredecibles toxicómanos camino de un poblado chabolista o fluidos de dudosa procedencia estampando la tapicería del Seat Panda. Pese a lo dicho se les suele tildar de ladrones y facciosos (cuando no de cosas peores) o se les convierte en protagonistas de parodias y chascarrillos de mal gusto. ¿No era ya suficiente que fuese el llorado José Luis Cantero, El Fary, el que pusiera rostro a la profesión?

Sin embargo, tras esa apariencia de hombres bragados y curtidos en el asfalto, se esconde a menudo un alma delicada e incomprendida. Ahí está el ejemplo de Jorge Bucay, que abandonó el asiento de su taxi tras descubrir lo beneficioso que podía ser (sobre todo para él) reconvertirse en terapeuta gestáltico con aspiraciones literarias.


A pesar de que los taxistas han sido fuente de inspiración para películas tan extraordinarias como 'Taxi-Driver', 'Noche en la tierra' o 'El taxista ful', no ha sido frecuente encontrarlos como protagonistas de una obra literaria. Una de las pocas excepciones que conocemos es la del taxista-detective Nelson -aunque para colmo éste es creación de Edelmiro Esteban, creación a su vez de José María Mijangos... un lío del que no les hablaremos más pero sí anotamos el título por lo mucho que disfrutamos leyendo este libro: 'Braille para sordos' (Martínez Roca, 2006)-. Sin embargo, esta situación ha cambiado recientemente gracias a la joven editorial Salto de Página, encargada de sacar nuevamente de la clandestinidad al escritor Fernando Ampuero con 'Hasta que me orinen los perros', su última novela. Y sí, lo han adivinado, el personaje principal es un taxista.