VERGAS, ESPUTOS Y PÓLVORA

24 de junio de 2008
El petardazo de Glez

Con los calores estivales apretando de lo lindo y muchos afortunados a punto de disfrutar de sus vacaciones parece un buen momento para hacerse con un libro de esos que comúnmente llamamos 'veraniegos'. No es que un servidor crea que haya libros de temporada, sino que a menudo, en el fragor de lo cotidiano, tendemos a posponer la lectura de un libro hasta un momento más propicio. Muchos son los que aparcan sus libros hasta verano para luego asomarlos a piscinas municipales y terrazas. Algo así es lo que me venía ocurriendo con Roberto Montero González, más conocido como Montero Glez, así que con la caída de la tarde y en una plaza cualquiera me sumergí en vermut para leer su última novela: 'Pólvora negra' (Planeta, 2008).

El libro recorre el frustrado atentado del que fue objeto Alfonso XIII cuando regresaba al Palacio Real tras celebrar su enlace con Victoria Eugenia de Battenberg. Durante el paso del cortejo nupcial el anarquista catalán Mateo Morral lanzó una bomba camuflada en un ramo de flores, ocasionando una matanza de la que, milagrosamente, escapó ileso el monarca. A partir de este episodio y de las vicisitudes de sus protagonistas Montero Glez articula una trama negra como la pólvora, al más puro estilo policiaco, en el Madrid de principios de siglo.

Parece que para ello el autor ha realizado un ejercicio de documentación importante, cargando acontecimientos reales con una buena dosis de ficción. Sin embargo el resultado chirría por las costuras. No se trata de si el retrato es verosímil históricamente o no (algo que en principio importa bien poco), sino de lo forzado que resulta todo. Autores como Antonio Orejudo, José Carlos Llop, Andrés Trapiello, el Juan Manuel de Prada prelobotomizado...demuestran que se puede hablar del pasado sin impostaciones, con una voz propia.

Lástima que el autor de la extraordinaria 'Sed de champán' (DeBolsillo, 2004) se haya contagiado del iberismo genital con ínfulas históricas de su amigo Arturo Pérez-Reverte. No es que vaya a ponerme tiquismiquis con la cansina proliferación de esputos y vergas que aparecen en cada página por miedo a que se censure mi pudor (no, no es eso...precisamente el lenguaje directo, sin aditivos, es el punto fuerte de otras obras de Glez). Lo que ocurre es que toda esta viscosidad no logra disimular que tras este libro hay bien poco. Y ese poco se repite hasta la saciedad.

Mateo Morral no pudo ser capturado en vida por las autoridades. Cuando termino el libro tengo la sensación que Montero Glez tampoco ha conseguido atraparlo en esta historia, algo que si consiguió José Esteban en su 'Mateo Morral, el anarquista' (VOSA, 2004. Puedes leerlo aquí). Sin embargo, la fascinación ejercida en escritores y artistas por el apostolado anarquista y su mundo de violencia y esperanza no acaba aquí. Hay muchos ejemplos, y algunos muy buenos para disfrutar este verano:

Pío Baroja: 'Aurora Roja' (Alianza, 2005). Última novela de su trilogía 'La lucha por la vida'. En la taberna que da nombre a la novela se vislumbra una radiografía del anarquismo español y del Madrid de los desheredados a finales del XIX.

Vicente Blasco Ibáñez: 'La bodega' (Cátedra, 1998). Si Baroja retrató el anarquismo en su ámbito de degradación urbana, el valenciano se ocupa en esta novela de la miseria y explotación campesina en los latifundios andaluces.

Fiodor Dostoiesvsky: 'Los endemoniados' (Bruguera, 1975). Una obra poco conocida del autor de 'Crimen y castigo' sobre el mundo del terrorismo nihilista ruso. Novela de personajes extremos y autodestructivos. Tan actual que en muchos sentidos asusta.

Hans Magnus Enzenberger: 'El corto verano de la anarquía' (Anagrama, 2002). Enzensberger nos ofrece un retrato de Buenaventura Durruti mediante una polifonía de voces. Una asombrosa novela-collage que intenta descubrir a la persona tras el mito.

Carlos García-Alix: 'El honor de las Injurias. Busca y captura de Felipe Sandoval' (T Ediciones, 2007) La investigación sobre un pistolero anarquista de los años veinte y treinta se convierte en una búsqueda vital para el propio autor a través de libros, archivos y su propia obra. Obsesiva y fascinante.
Publicado en soitu.es 22-06-2008

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