¿ES POSIBLE EL LIBRO DEL VERANO?

25 de julio de 2008
Recorrer durante estos días de julio los pasillos de las librerías supone pasear una y otra vez entre los mismos libros del mes pasado, y aún así seguimos imaginando podernos encontrar de casualidad con alguna pequeña sorpresa. En estos meses de verano el ritmo trepidante de sustitución de novedades de libros parece calmarse, aunque acostumbrados durante el resto del año al movimiento sístole-diástole frenético del "mercado del papel impreso", donde cada título publicado dura cada vez menos tiempo expuesto en las librerías, sentimos durante estos meses de calor algo parecido al aburrimiento: caminamos esperanzados entre las mismas mesas de novedades y miramos esperanzados las estanterías en orden alfabético de autor, pero nada. Nada "nuevo" que llame nuestra atención y que tras una primera ojeada siga pareciendo interesante.

Durante una copiosa cena de los Tipos Infames hablamos del asunto, pensando que quizá el problema fuera tratar de seguir buscando obsesivamente el "objeto de deseo" (ahora estamos hablado de libros –no penséis otra cosa-) en los mismos lugares por los que la rutina nos obliga a pasar durante el año: la terrible ruta prefijada por la industria y el trabajo: novedad tras novedad en el camino de casa al trabajo y en la vuelta del trabajo a casa.

Por eso mismo y porque no queremos alterar nuestro ritmo de escritura en soitu.es, os propondremos durante los meses de julio y agosto (esperando los nuevos títulos de las editoriales en septiembre) una serie de paseos imprevisibles que propicien encuentros fortuitos con libros alejados del circuito de novedades.

Libros que inmerecidamente no son tan recordados, y libros que, siendo casi obviedad recomendar, forman parte de nuestra biblioteca ideal. Libros para leer de noche con la ventana abierta esperando algún leve indicio de viento en verano, y libros para leer en la piscina. Esperando sorprenderos en algún caso, descubriendo algún título que llame vuestra atención y pudiera interesaros. Y deseando agradeceros a vosotros alguna recomendación del mismo tipo que se os ocurra hacernos.

A pesar de nuestra propuesta de «chiringuito o biblioteca del verano», alternaremos ésta con algunas novedades del mes de junio que enseguida nos atrajeron y otros títulos que leímos los meses anteriores.

Mientras esperamos saber si esta intención nuestra es del agrado de alguien, aquí llega la primera propuesta de lectura para el verano.

Se trata de Las ciudades invisibles, un libro de Italo Calvino editado y reeditado varias veces por Siruela, y que yo leí y releí durante dos veranos consecutivos.

El hilo argumental son las conversaciones entre Kublai Kan, emperador y dueño de inmensos territorios, y Marco Polo, el joven veneciano que, tras visitar las desmesuradas posesiones en continuo crecimiento del emperador, cuanta a éste lo que ha visto, ciudad por ciudad; aunque convertida cada una de ellas en un hermoso cuento.

Por lo general, cuando comentamos algún libro empezamos a hablar y hablar de él sin dejarle mucho sitio ni tiempo para expresarse por sí mismo. En el caso de estos «libros del verano» será distinto, porque creemos que la mejor forma de incitar a su lectura es proponiendo algún fragmento. De 'Las ciudades invisibles' he seleccionado el cuento que describe e imagina la ciudad de Cloe.


"En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen.
Pasa una muchacha que hace girar una sombrilla apoyada en su hombro, y también un poco la redondez de las caderas. Pasa una mujer vestida de negro que representa todos los años que tiene, los ojos inquietos bajo el velo y los labios trémulos. Pasa un gigante tatuado; un hombre joven con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral. Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una figura con otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que en un instante todas las combinaciones se agotan y otros personajes entran en escena: un ciego con un guepardo sujeto por una cadena, una cortesana con abanico de plumas de avestruz, un efebo, una mujer descomunal. Así entre quienes por casualidad se juntan bajo un soportal para guarecerse de la lluvia, o se apiñan debajo del toldo del bazar, o se detienen a escuchar la banda de la plaza, se consuman encuentros, seducciones, copulaciones, orgías, sin cambiar una palabra, sin rozarse con un dedo, casi sin alzar los ojos.
Una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe, la más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría."

(Italo Calvino, Las ciudades invisibles, ed. Siruela)

Publicado en soitu.es (19-07-2008)

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