¿POR QUÉ LE LLAMAN AMOR SI QUIEREN DECIR SÍFILIS?

2 de agosto de 2008
Autorretrato de Felix Vallotton, 1885.

Los Infames les invitan a descubrir las zonas oscuras de la literatura mientras recorren el París de la Bohemia: dandys en levita y chistera a orillas del Sena (pero también el de los asesinos, el hambre y las enfermedades venéreas). Allá van nuestras propuestas para un verano decadente:

El artista Felix Vallotton (1865-1925) entraría por derecho propio en el selecto gabinete de los 'raros' de Pere Gimferrer. Este pintor suizo, aunque francés de adopción, es más conocido por su pertenencia a un grupo de artistas místicos conocidos como 'Los Nabis', en el que figuraban los también muy excéntricos Maurice Denis o Pierre Bonnard. Sin embargo, su obra como escritor es desconocida en España, lo que hace más valiosa si cabe la edición de 'La vida asesina' por El Nadir, en la que demuestra su valor como narrador e ilustrador (los impecables grabados en madera subrayan el texto y lo dotan de una atmósfera enrarecida y vagamente siniestra).

Esta obra es un artefacto explosivo, una obra extrañamente moderna en su concepción. Extraña como la vida de su protagonista Jacques Verdier, en quien reside un principio de muerte que marchita a todos los que le rodean. Incluso a los seres que ama, porque en esta magnífica historia amor y muerte se confunden. Así, no es extraño que el manuscrito encontrado por la policía en el piso de Verdier, y que da origen a la novela, tuviera por título "Un amor" y que la Gendarmerie francesa (mostrándose igualmente imaginativa que sus compañeros ibéricos) decida cambiarlo finalmente por uno más picante: "Un asesinato". Y tras su lectura comprobamos cómo la diferencia entre amor y asesinato no es tan grande como suponíamos en un principio.

¿Estamos ante la fatalidad de las coincidencias? ¿Es Verdier inocente de la lista fúnebre que arranca en su más 'tierna' infancia? Juzguen ustedes. Al fin y al cabo ni él mismo podrá finalmente sustraerse a su destino... Pero qué pensar de alguien que se nos presenta a sí mismo de la siguiente manera: "Era el malhechor, el maldito, el que siembra el dolor por función natural, aquel del que la simpatía es una ofensa, la amistad un insulto, y el contacto, casi una condena a muerte" (¡como para invitarle a tomar el té!).

Alejado también de pacatas consideraciones morales encontramos un libro de aliento similar: 'De la elegancia mientras se duerme' (Impedimenta , 2008), escrito por el Vizconde de Lascano Tegui , un autor genial, decadente, excesivo, con falso título nobiliario y que hasta ahora desconocíamos.

El personaje de la novela-diario trata de encontrar en todas sus vivencias y recuerdos los rastros inciertos de la belleza, en una época de conciencias dormidas por el aburrimiento. Él, en cambio, con tal de no morir de sueño, busca esa (nueva) belleza en las manos ajenas, en el placer de lo prohibido y de la provocación, en la elegancia de la imaginación pérfida y de la sífilis. Y aunque falso vizconde, Lascano Tegui, alejado de la normalidad y la vulgaridad, forma parte de la aristocracia de un nuevo gusto, en el que la tristeza o la enfermedad pueden considerarse una estética y un motivo para vivir.


Putos modernos...


'De la elegancia mientras se duerme' suscitó la indignación moral de su editor parisino en 1925. Hoy es, en cambio, un libro absolutamente sorprendente entre tanta novela clonada.

Publicado en soitu.es (29-07-2008)


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