Desorden de lecturas (¿qué fue antes, el huevo o la gallina?)

1 de septiembre de 2008
¿Por dónde empezar?

Nos alimentamos de un estimulante desorden de lecturas, dibujando un itinerario propio en la historia de la literatura universal. Cada autor nos conduce inevitablemente a otro, y así sucesivamente. Pero, ¿por dónde empezar? ¿Es tan importante por dónde se empiece o siempre se termina llegando a lo que realmente es importante?

Por poner un ejemplo: seguramente muchos hayamos leído antes a Enrique Vila-Matas que a Robert Walser , Georges Perec o Raymond Roussel ; el autor de Historia abreviada de la literatura portátil y Bartleby y compañía habrá alimentado nuestra curiosidad lectora hacia estos otros escritores, cuyas obras están en el origen de su propia obra. Pero el caso es que ahí tampoco se termina el rastreo: el dibujo de la constelación de autores es virtualmente infinito. Partiendo de Vila-Matas hay tentáculos que nos dirigen a Marguerite Duras , Italo Calvino , Gombrowicz , Sergio Pitol

En la ya citada lista que este verano publicó 'El País', preguntando a 100 escritores en español sobre los libros que cambiaron su vida, no hay grandes sorpresas. ¿O alguien se extraña aún del siempre citado Don Quijote, de las referencias constantes a los grandes autores rusos, o de la presencia de Proust y de Kafka? Pero entre las 'obviedades', con las que –sobra decirlo- estoy de acuerdo, un joven escritor logró llamar mi atención por su insistencia y obsesión literarias.

El chileno Alejandro Zambra parecía tenerlo muy claro: un escritor francés , y no sólo un libro, cambió su vida. Esta fue su propuesta y sus recomendaciones:

1. Un hombre que duerme (Georges Perec)
2. Las cosas (Georges Perec)
3. W o el recuerdo de la infancia (Georges Perec)
4. El gabinete de un aficionado (Georges Perec)
5. El secuestro (Georges Perec)
6. Me acuerdo (Georges Perec)
7. Pensar / Clasificar (Georges Perec)
8. La vida instrucciones de uso (Georges Perec)
9. Especies de espacios (Georges Perec)
10. Tentativa de agotar un lugar parisino (Georges Perec)

Leamos a quienes leen a Perec

Enseguida, admirador del francés, quise conocer al chileno. Y en dos noches consecutivas, casi en vela por la fiebre que nos producen algunos libros, leí Bonsái (Anagrama, 2006) y La vida privada de los árboles (Anagrama, 2007). Dos novelas magníficas que nos ponen tras la pista de Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975).

La vida privada de los árboles cuenta la larga noche de Julián esperando a que Verónica regrese a casa tras su clase de dibujo. La novela comienza con las historias de árboles que Julián le cuenta a Daniela, su hijastra, para entretenerla y dormirla. Pero en la improvisada espera irrumpen en constantes imágenes sus recuerdos, la invención de posibles explicaciones a la tardanza de Verónica, y un imaginado futuro para la niña que ahora duerme en la habitación de al lado. Todos estos pensamientos de Julián deben estirarse porque la novela nace con una única condición: el libro sólo podrá terminar cuando su mujer regrese o cuando Julián esté seguro de que ya no volverá.

Ambas novelas comparten algo más que un creador y poeta común. Una especie de vasos comunicantes vinculan una con otra de tal forma que mientras escribo esto, apenas dos días después de leerlas, confundo algunos detalles entre ellas. Bonsái es la historia del 'bulto' en el que consiguen fundirse Julio y Emilia como pareja. Una relación que comienza con una mentira: ambos dicen haber leído En busca del tiempo perdido de Marcel Proust; y continúa con un montón de lecturas que los protagonistas comparten antes de 'follar'.

Quitándole horas a la noche

Una novela también puede ser, como recomendaba Borges, el resumen de un libro ya escrito. Una novela también puede dejarnos el recuerdo de un poema reprimido que no ha logrado hallar su forma; una sensación parecida a la magnífica Un hombre que duerme de Perec, admirado por Zambra y por Tipos Infames. Dos lecturas destinadas a ser recordadas por su ingravidez, la mezcla de levedad y dureza, y por la poesía de las vidas medianas y nada novelescas dignas de ser rescatadas.

Si de Perec hay un posible camino que nos ha llevado a conocer a Alejandro Zambra, después de leer sus dos novelas el camino vuelve a bifurcarse hacia otros autores y nuevas lecturas. En Bonsái y La vida privada de los árboles encontramos referencias a Enrique Lihn, Yukio Mishima, Macedonio Fernández, Ungaretti, Kafka, Emily Dickinson, Walter Benjamín, Nicanor Parra, Pavese…

Publicado en soitu.es (30-08-2008)

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