Un señor llamado Pepín

3 de noviembre de 2008
salvador y su oda a pepín


Existen personas mágicas con la capacidad de aglutinar hechos y amigos. Vividores de experiencias que legan una herencia infinita. No, no me refiero a Pocholo, Jaime de Marichalar o al ya mítico Jaime de Mora y Aragón. Señalo y acuso a un Grande de España, sin título por extravío o seguramente por olvido intencionado, D. José Bello Lasierra.
Si le llamamos por su nombre, completo casi puede esquivar su verdadero yo, el yo con el que su compañero de habitación le bautizó al llegar a Madrid: Pepín. Diminutivo cariñoso, calificativo perfecto que sólo Federico (García Lorca), su amigo y compañero, pudo afinar así. Porque Pepín, para los pocos que no lo sepan, perteneció a una generación espléndida de españoles dedicados a la pintura, la escritura o en general a la creación. Da igual que fueran toreros o futbolistas, Pepín les conocía, habían perseguido faldas juntos, tomado una cerveza, trasnochado o simplemente hablado en un café de Madrid.

De esa generación, llamada del 27 destacaron todos o casi todos sus amigos. Aquellos que pasaron por la Residencia de Estudiantes o que se aproximaron tanto a ella que acabaron por fundirse en un solo grupo (Luis, Salvador, José Maria, Rafael…). Estos compañeros de desayunos y refriegas, unidos por la lejanía del hogar, se reunían en multitud de ocasiones en citas donde las confidencias, la imaginación y la inquietud se solapaban, sin saber cuándo era verdad o invención las historias que allí se formulaban. Lorca denominó estas reuniones como 'La desesperación del té'.

Con este mismo título, la Editorial Pre-Textos ha publicado las memorias noveladas de Pepín Bello escritas por José Antonio Martín Otín. No sabemos si este término da cabida a lo que realmente es el libro, quizá se trate de unas fábulas biográficas con origen real. Da igual qué haya de cierto o incierto, qué dijo Pepín o qué literatura de más ha introducido el autor, lo importante es que este libro respira Pepín. Quizá porque Bello abrió, como hizo con tantos otros, su amistad al autor del libro, oscense como él.





Tres tristes tigres

Petón, alias con el que es conocido el autor en el mundo balompédico, saca partido a las horas de cervezas que compartió con Pepín. En tono amable y sosegado, nos narra las experiencias que protagonizó Bello junto a otras extraordinarias figuras culturales de la España contemporánea. Sólo el ex futbolista, representante, y contertulio deportivo ha podido recoger las reflexiones de una manera fehaciente. Léanle, merece la pena. Pero eviten escucharle por la radio.
Bello fue cómplice de los miembros del 27 al igual que de otros autores (Gerardo Diego, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, Pedro Salinas…). Estuvo siempre excepcionalmente rodeado y fue inspirador de muchas obras (véase las ideas que aportó a 'Un perro andaluz' o el poema 'Tardecilla del Jueves Santo' de Lorca) y, sin embargo, ¿carece de obra? A Bello se le suelen atribuir dibujos y dos obras teatrales en colaboración de Alberti (perdida) y Buñuel (una versión un tanto peculiar de 'Hamlet' que se conserva en forma de antología). Puede resultar escaso para considerar a Pepín como una figura crucial en la historia de la cultura española.

Afortunadamente las virtudes de Pepín escapan a lo que dejó escrito, evitando el encasillamiento como cualquier artista convencional: "tengo de poeta lo mismo que de marciano", renegaba él. Enrique Vila-Matas afirma en 'Bartleby y compañía', "En España, Pepín Bello es el escritor del No por excelencia, el arquetipo genial del artista hispano sin obras. Bello figura en todos los diccionarios artísticos, se le reconoce una actividad excepcional, y sin embargo carece de obras". Acción surrealista o locura permanente, el propio José Bergamín se preguntaba si no sería Pepín el fundador del surrealismo español.

Personaje generoso, único, de memoria ejemplar y modales exquisitos (un señor de los de antes) departió con todos y fue el amigo que unos cuantos genios necesitaban. El denominador común, la estructura sólida del que siempre estaba ahí para crear, reír o caminar. No fue Pepín el que los buscó, fueron ellos los que le necesitaron a él, convirtiéndole en el archivo que les sobrevivió y bañándole en el acto surrealista de vivir 103 años. Un día charlando de Pepín con un amigo me comentó: "¡Qué importante es saber rodearse bien!" Lo que mi amigo Infame desconoce es que, al contrario que Pepín, fui yo quien les busqué a ellos, a los Infames.

Otros apuntes sobre Pepín

Para aquellos que deseen saber algo más de este fabuloso hombre o de sus diversas experiencias, os recomendamos una serie de libros a fin de saciar vuestra curiosidad.

  • Los apasionados del género de la entrevista (que alguno habrá) disponen de un libro de conversaciones publicado en mayo de 2007 por Anagrama. Con el título 'Conversaciones con José 'Pepín' Bello', Marc Sardá y David Castillo sintetizan 40 horas de conversación. Era hasta la aparición del libro comentado lo más parecido a unas posibles memorias de Pepín.
  • 'Ola Pepín!' es un conjunto de ensayos escritos en 2004, con motivo del homenaje del nacimiento de Dalí y el 100 cumpleaños de Pepín. El título rememora el encabezamiento que utilizaba Dalí cuando se dirigía a su amigo. Destacan las aportaciones de Agustín Sánchez Vidal, Román Gubern o Juan José Lahuerta.
  • También publicados por la Residencia de Estudiantes y de la mano de Rafael Sánchez Toroella, recomendamos 'Dalí residente' y 'Los putrefactos' de Dalí y Lorca. En el primero publicado en 1992, se recoge la correspondencia en parte inédita entre Bello, Lorca, Dalí y Buñuel. En el segundo y con el título que Pepín dio para referirse a lo viejo y caduco, se reconstruye lo que iba a ser un libro con dibujos del de Figueres y texto de Lorca que jamás llegó a escribir.
  • 'Buñuel, Lorca, Dalí: el enigma sin fin', de Agustín Sánchez Vidal (Planeta, 1988), intenta indagar en las claves y revelarnos datos de las relaciones de amistad que se sostuvieron en la Residencia durante los años 20.
  • Existen otros libros donde se menciona a Pepín, como en 'La arboleda perdida', memorias de su íntimo amigo Rafael Alberti. También aparece en la autobiografía del poeta malagueño José Moreno Villa (quien por cierto, le hizo un retrato a Bello) 'Vida en claro' (Visor, 2006) o en la de su hermana Adelina Bello, 'La resurrección por la ciencia. Autobiografía' (Madrid, Barlovento, 1989), más centrada en la familia aragonesa que en los años madrileños.
  • La obra que más nos gusta a los Infames, por muchas razones, es 'Fabulosas narraciones por historias' de Antonio Orejudo. En esta farsa, rescatada por Tusquets, tres personajes ficticios se sumergen en la 'colina de los chopos'. Rodeados de los habitantes de ésta, Pepín y compañía pasarán por mil peripecias que pudieron haber sucedido, si no es que sucedieron. ¡Una cinco estrellas por Orejudo!

Publicado en Soitu.es el 1-11-2008


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