Cuéntame un cuento

10 de diciembre de 2008
gelman y su guardaespaldas el ranchero sepúlveda

Llegado el mes de diciembre, obnubilados por las lucecitas que percutan nuestras retinas y deseosos de fomentar el consumismo, eso sí literario, os vamos a comentar una serie de novedades que os harán menos densas las siempre copiosas cenas navideñas.

Entre éstas y debido al resistible título no hemos podido dejar de reseñar 'Franco, mi padre' (La esfera de los libros). Bajo este rotundo título se recoge un estudio de los historiadores Stanley G. Payne y Jesús Palacios sobre Francisco Franco, que se completa con una entrevista a Carmen Franco Polo, hija del dictador y de la popularmente conocida como 'La Collares'. 'Carmencita' se atreve por primera vez a conversar largamente de la figura de su padre. Aprovecha así para reflexionar sobre los personajes y hechos que acontecieron en la vida del jefe del Estado durante casi 40 años.

Casi todos los pensamientos de la duquesa de Franco están bañados de una tremenda ingenuidad ("A mi padre no le gustaba la República, porque no le gustaba la izquierda"), tanta, que nos ayuda a plantearnos si habla desde el corazón filial o desde el desconocimiento más absoluto.

Hablando de cuentos, ahora sí, vamos a recomendar dos estupendos libros recién editados. En el primero, 'La vida en el campo' (Periférica), se recogen ocho cuentos breves que conforman uno de los más destacados volúmenes de la literatura italiana. Publicado originariamente en 1880, supone el giro definitivo de su autor, Giovanni Verga, hacia el realismo literario. Su contacto años antes con Federico de Roberto (del que se acaba de publicar 'Los Virreyes') y su conocimiento de la literatura europea del momento le llevó a hacer virar su pluma hacia los testimonios y pasiones más humildes y desarraigadas.

La visión de la Sicilia contemporánea, cargada de muerte, pesares, pobreza y enfermedades queda plasmada por la elegante prosa de Verga, en un libro lleno de tensiones y penurias. Los personajes, la mayoría dedicados a la tierra o a la ganadería, suceden sus vidas con el desaliento implícito de la inexistencia del cambio. Todo es así y nada puede variar. Es ese compromiso con la subsistencia de la gente, campesinos y pescadores de escasos jornales, recursos limitados, duro clima e incierto futuro, lo que engrandece la auténtica visión del autor.

El cambio de tercio de Verga supondrá la ruptura definitiva de los relatos históricos y da pie a que otros creadores italianos posteriores fijen su objetivo en la realidad cotidiana que les envuelve. Así, desde DAnnunzio, Pirandello, Pavese hasta los cinematográficos neorrealistas, bebieron del autor siciliano. Máxima fusión de esto lo hallamos en la maravillosa 'Terra trema', que en 1948 realizó Visconti basándose en un relato de Verga.

Para aquellos que prefiráis algo más actual y menos dramático, con algún que otro final feliz, os invitamos a que leáis la obra de Luis Sepúlveda. El chileno, de increíble parecido con uno de mis camareros favoritos, nos regala 12 cuentos, el último de los cuales bautiza el libro con el nombre de 'La lámpara de Aladino' (Tusquets). Una compilación de relatos en los que mantiene las constantes de la obra anterior, rotando las narraciones por distintos espacios y tiempos en un constante viaje hacía la fábula pura.

http://www.revistaelabasto.com.ar/El%20Abasto_archivos/comercios/Verga_Hermanos.jpg

¡estos son los auténticos verga!

El autor de las archiconocidas, en parte por las adaptaciones fílmicas, 'Un viejo que leía novelas de amor' y 'Patagonia Express' capta lo inherente a lo humano. Por ello, no es de extrañar que surjan de nuevo personajes de otras novelas, no como continuación, sino como implementación de lo que eran, atrapándonos en un hotel-bucle cuyos huéspedes nos recuerdan a otros que ya hemos conocido.

La veracidad de sus historias llenas de magia transmite una frescura propia de las historias orales. Aquellas narraciones que antaño se contaban de generación en generación y en cuya creencia estaba depositada la memoria colectiva de los pueblos, la cual en cierta manera nos otorga la condición de seres humanos.

En una época donde lo rápido es más rápido, lo global más indefinido (antes todo venía de Taiwán) y lo propio menos personal, la mirada emotiva de Sepúlveda nos carga del optimismo de lo que fuimos y que podemos seguir siendo. No lo dudéis, como en 'Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar', son cuentos que mantiene constante la expresión sonriente en la cara.

Publicado en soitu.es el 2/12/2008


, , ,