En otro tiempo y en un país, ahora lejano, existió una familia que, incauta ella, tuvo la osadía de exponer a la luz pública su inusual drama. Las vidas fracturadas por la ausencia del progenitor, figura poética aclamada del Régimen, se abren sin tapujos ante la lente de la cámara. La grabación es brutal, madre e hijos disputan sobre el esposo y padre. No hay mentira en sus palabras, no pueden ser otros, sólo los Panero.

En 'El desencanto' (1976), Jaime Chávarri, en colaboración con Elías Querejeta, proyectó el desmembramiento de una familia bien de provincia y casino, una elite cultural de la época que se desvanecía con la misma rapidez que la autarquía política.

Pocas veces una película ha puesto de relieve las diferencias parentales escenificadas con tanta naturalidad, dolor y resignación. Tras el aparente homenaje póstumo de la localidad natal a su insigne escritor Leopoldo Panero, sus tres hijos y su mujer, Felicidad Blanc, comienzan a desahogar palabras, prácticamente a escupirlas con un afán casi revanchista contra el patriarca y el resto de la saga.

Todos los vástagos, incluso muchos espectadores de aquella época, identificaron al poeta de Astorga con una etapa y una literatura rancia y descastada. Los príncipes destronados, herederos de una saga resignada a morir, se dedicaron, casi como un reto personal, a la poesía. El mayor, Juan Luis ('el pedante') y el mediano, Leopoldo Maria ('el genio loco') taparon con sus excentricidades y poses al menor de los hermanos, José Moisés.



Michi, como era conocido este último, escritor sin texto, renunció voluntariamente a la escritura de poesía. Harto de la saga que le precedía (tíos, padres y hermanos), decidió hacer de su vida la obra incompleta de un tiempo, o quizá intentó tan sólo sobrevivir a unos genes empapados en noche, tabaco y alcohol.

Aquel 'bartleby', olvidado y muerto en tierra astorgana, de donde fue exiliado junto con sus hermanos tras el polémico film (a las ciudades pequeñas les duelen las ofensas a sus hijos emblemáticos), se convierte en título y motivo de una de las últimas novedades editoriales. DVD Ediciones publica 'Los últimos días de Michi Panero', reciente Premio Juan Pablo Forner de novela.

Miguel Barrero, autor del libro, crea un personaje ficticio (Ricardo Estrada) que, con sus vivencias personales de bienintencionado escritor, va retratando la España de los 70 hasta la actualidad. Impactado por el visionado de 'El desencanto', la figura de Michi se trasforma en el sujeto a conocer. Al igual que nos sucede en la realidad, el personaje imaginado por Barrero siente una atracción, mezcla de respeto y admiración, por el benjamín de los Panero.

Esa mística que genera la película y la relación inexistente con Michi marca la narración de la novela. La vida de Ricardo Estrada se intercala de manera aleatoria, mezclada no agitada, con episodios 'bíblicos' de los Panero. Una existencia paralela a la de Michi, una búsqueda constante, que nos permite introducirnos en ese ambiente extraño de un insólito linaje ebrio de dandismo y genio.
Brochazos literarios que en cierta forma se asemejan a las relaciones, más o menos atormentadas y caóticas, que todos padecemos. Un reflejo de nuestras debilidades tan propensas al reproche ajeno. Por ello no es de extrañar que, si la felicidad sólo se mitifica en el pasado, Michi regresara a Astorga para dejarse morir. Una ciudad donde sin saberlo le esperaba aquel que hubiera sido amigo y complemento, Ricardo Estrada.

Para los que, al igual que a nosotros, os disloque la raza de los Paneros (tíos, padre o hermanos), o solo hayáis visto las películas de Chávarri o Ricardo Franco ('Después de tantos años'), no dudéis en leer este relato. Si por el contrario no conocéis nada de ellos, esta es una ocasión perfecta para adentraros en una estirpe en serio peligro de extinción.

Publicado en Soitu. es el 16/12/2008
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