[...] A Vian le faltó tiempo para adaptar su propia obra, que hasta la fecha apenas ha conocido traslación cinematográfica. Pese a que novelas como El otoño
en Pekín, La hierba roja o La espuma de los días alcanzaron el éxito después de
su muerte, su imaginería surrealista, su lenguaje metaliterario y sus continuos cambios de trama no sólo han desanimado a directores y productores, sino que han provocado incluso que parte de la obra de Vian sea ignorada en lengua
inglesa.
La espuma de los días es quizá la obra más conocida de Vian. Es una historia de amor loco y terminal recorrida por las obsesiones del autor (su rechazo a la cultura del mito o sus críticas a la religión y la autoridad) cuya adaptación desesperó a un novato Charles Belmont en 1968. "Era muy difícil adaptar a Boris Vian. Yo todavía no había filmado nada.
"Entonces vino un productor y quería que hiciera esta película, a lo cual le contesté que no, que creía era inadaptable".En 2001 el japonés Gô Rijû lo volvió a intentar con Chloe (así se llamaba la pieza de pantanoso jazz de Duke Ellington que inspiró La espuma de los días), centrándose en la dolencia que sufre una de las protagonistas de la obra, en cuyos pulmones se ha introducido un nenúfar. Por desgracia, los ágiles, brillantes y surrealistas diálogos de la novela, plagada de referencias al jazz y al ambiente cultural de la época, quedan sepultadas por un narcisismo estético y a la postre vacío.
El director francés Pierre Kast, uno de los fundadores de Cahiers du Cinema llamó
a su amigo Boris Vian (en el papel de...Boris) para Le Bêl age (1959).
Paradójicamente, en 1985 Kast encontró la muerte mientras rodaba una versión
para la televisión de otra de las novelas más populares de Vian, La hierba roja.Tras el fiasco de la primera versión de Escupiré sobre vuestras tumbas, casi ningún otro cineasta se ha atrevido a intentar adaptar las novelas negras de Vian, escritas bajo el seudónimo de Vernon Sullivan, en las que parodiaba/homenajeaba a grandes maestros del género como Raymond Chandler. Lo intentó en 1971 Ferdi Merter con Ipini boyunda bil, en una imposible versión.
Tampoco los relatos cortos del francés han sido llevados a la gran pantalla con frecuencia, a pesar de sus posibilidades narrativas. La excepción es Lobo hombre, que ha sido adaptado en dos ocasiones: Mona, les chiens, le désir et la mort y À feu, un corto mudo de animación.
Sin nuevos proyectos a la vista para adaptar al irrepetible Boris Vian, sólo queda salivar pensando en lo que pasaría si una de sus obras cayera en manos de creadores de universos tan personales y surrealistas como Michel Gondry y Terry Gilliam. O eso, o admitir de una vez que Boris Vian es inadaptable y limitarse a rodar una película en la que se cuenten las razones, como hizo Michael Winterbotton con Tristam Shandy: A cock and bull story (2007).
Boris Vian