Sombra aquí y sombra allí...

1 de marzo de 2009
Cuando la hija del alfarero Butades de Sición, ayudándose de una vela, cercó con una línea el contorno de la figura de su amante, no podía intuir que la historia posterior recordaría este capítulo como un auténtico episodio fundacional. Fue Plinio el Viejo quien, años después, recreó este mítico suceso en su inmensa 'Historia Natural', situándolo como el punto preciso del que habría de partir todo el arte pictórico posterior. Y aunque los Infames desconfiamos de los chascarrillos del bueno de Plinio, este poético suceso ligaba sombra y pintura en un mismo inicio común y serviría a Victor I. Stoichita para arrancar su 'Breve historia de la sombra' (Siruela), libro que está en el origen de la exposición 'La sombra', recientemente inaugurada por nuestra amada y ecologista baronesa en el museo Thyssen-Bornemisza. Y es que la sombra —proyección leve de los cuerpos— ha venido ocupando una presencia constante en nuestra cultura visual desde la caverna de Platón hasta Peter Pan, pasando por el cine o la publicidad.

Sam taylor Wood: Bram Stoker´s Chair VI

Tras felicitar a Tita por la muestra y por su reciente abuelato, servidor y amigos nos dirigimos hacia una pequeña taberna en los aledaños del museo con el fin de participar de algún bebedizo. Y así andábamos, entre sombras chinescas y vino de batalla cuando nuestra amiga, la señorita Cienfuegos prorrumpió en un agudo chillido. Lo que en un principio habíamos intuido como un perjudicado parrioquiano estaba ahora arrodillado a los pies de nuestro becario, intentando separar su sombra del suelo. Al verse descubierta, aquella siniestra figura gris, delgada como una hebra de hilo, se dio a la fuga tan repentinamente como había sido descubierta. "¡Por Crom...! ¿Qué era eso?" La pregunta de nuestro alterado colaborador habría quedado sin respuesta si no hubiera reparado en un asombroso parecido que había provocado este extraño suceso...

Adoptando una actitud espléndida y esa pose interesante que sólo logro tras mucho tiempo acodado en la barra encendí un cigarrillo e intenté ofrecer una explicación plausible: "Creo que todo se ha debido a una terrible confusión... esa criatura -me guardé celosamente su nombre aunque ya entonces lo sabía...- ha debido confundirte con otra persona".

¿Es nuestro becario el doppelgänger de un escritor decimonónico?

Y es que resulta innegable el parecido que guarda la efigie de nuestro apuesto becario con la de los retratos conservados de Adelbert von Chamisso, cuyas raíces se entrelazaban insospechadamente con las de este escritor. Nacido en la Champagne, tierra originaria de los Nouaille, Louis Charles Adelaïde Comte de Chamisso (1781-1838) tuvo que refugiarse con su familia a raíz de la revolución francesa, pasando posteriormente a engrosar las filas del ejercito prusiano en el que, a pesar de sus naturales inclinaciones hacia las plantas y los libros, logra hacer carrera. Así, germanizando su nombre, se acercó al círculo de Madame de Staël (¡esa mujer!) y otros exiliados, conseguirá el reconocimiento unánime de sus afines gracias a 'La maravillosa historia de Peter Schlemihl', recuperada recientemente por Nórdica. Libro onsiderado por Thomas Mann como "una de las más encantadoras obras de juventud de la literatura alemana"... y no podríamos estar más en desacuerdo con el señor Mann. Esta narración fantástica acerca de un hombre que vende su sombra a un misterioso personaje, y de como ello determina su expulsión del mundo de los hombres, es todo menos una obra juvenil (al menos si usamos los parámetros editoriales actuales que tienden a confundir adolescencia y lobotomía).

Y aunque podamos reconocer en esta historia una variante apenas disimulada del mito del Fausto, no haríamos justicia a Chamisso si no valorásemos adecuadamente su originalidad al hacernos ver en qué manera lo visible puede contener lo invisible, y lo pensable, lo impensable. Algo que daría pie a derivados como la 'Aventura de la noche de San Silvestre' de E.T.A. Hoffmann, en la que el protagonista persigue su imagen, huida desde el interior del espejo. Las ilustraciones del argentino Agustín Comotto (Buenos Aires, 1968) , heredero natural de Alberto Breccia, logran hacer todavía más atractivo este cuento fantástico, que si lo es para niños, lo será de niños kafkianos y no de los adolescentes emo que forran sus carpetas con los fotogramas de 'Crepúsculo'.

Pero si Schlemihl fue un hombre sin sombra, Chamisso lo fue sin patria: francés para los alemanes, alemán entre los franceses (un drama similar desgarra a los Nouaille ibéricos cuando estos ordenan agua con gas en las comidas), no es de extrañar que, harto de no encontrar su lugar en el mundo, optara por enrolarse en 1815 en una expedición científica para circunnavegar el globo. De esta experiencia dejó constancia en su maravilloso 'Viaje alrededor del mundo' (Laertes), en el que, a la manera de los viajeros ilustrados (esto es: un señor raro, con peluca y calzón corto que arroja por la borda sistemáticamente el rancho mientras intenta tomar notas en su camarote), va dando cuenta de sus experiencias a bordo del 'Rurik'.

A su regreso, tras tres años de viaje y dar nombre a una isla, entrará a formar parte de la Academia de las Ciencias a propuesta del naturalista Alexander Von Humboldt, ocupando el cargo de conservador del Jardín Botánico de Berlín. Allí, entre mammillarias y amarantos plumosos, pudo componer una serie de poesías líricas y lieder que musicaría Robert Schumann mientras pensaba en el destino que habría corrido Peter Schlemihl, tan similar en tantos aspectos al escritor (tan similar en tantos aspectos a nuestro becario que ya comenzaba a recuperar el color...).

La mala sombra está muy cotizada en algunos sectores


No dejen de leer esta historia. Algunos creerán ver en aquella inquietante figura al mismísimo diablo, nosotros, más modestos, creemos que en realidad se trataba del juguetón fantasma de Calvino, quien sentía devoción por esta historia. Por si acaso vigilen su sombra...

Un artículo muy similar apareció en soitu.es el 28 d febrero de 2008.

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