"Cultive las virtudes romanas...

20 de abril de 2009
Por el muy Infame Á. Galván

... la dignidad, el orgullo, el estoicismo hasta la muerte.” Esta cita pertenece a una inquietante novela del año 1981, Hola, América. ¿Quién se atrevería a escribir de manera tan provocadora, valiente y salvaje? Solamente una persona: un grandísimo escritor que nos dijo adiós el pasado 19 de abril, dejándonos a todos sus seguidores con un enorme sentimiento de tristeza al pensar que no vamos a poder devorar nuevos trabajos suyos con la pasión desenfrenada que muestran los personajes de sus novelas. James Graham Ballard, un valiente, un provocador, un genio.

“En un mundo completamente cuerdo, la locura es la única libertad”

J.G. Ballard tiene una biografía, cuanto menos, intensa. Nacido en Shangai en 1930, de niño sufrió una experiencia que marcó el resto de su vida: durante la Segunda Guerra Mundial fue encerrado en un campo de concentración japonés. Muchas generaciones de lectores tenemos que dar las gracias a que sobreviviera, y además, para contarlo, ya que relataría sus experiencias en su novela El imperio del sol (1984), su obra más galardonada, que además fue llevada a la gran pantalla por Steven Spielberg, y protagonizada por un niño de sonrisa tierna que con el tiempo se convertiría en el nuevo Caballero Oscuro.

Ballard fue estudiante de medicina, también portero del Covent Garden, periodista científico y piloto de la RAF en Canadá. Decidió más tarde, y con acierto, dedicarse por completo a la literatura, y se convirtió en uno de los máximos exponentes de la nueva ola en la literatura de ciencia ficción. Pero, ¿qué tiene él que no tenga nadie más? En sus novelas, no aparecen épicos viajes interplanetarios, ni alienígenas, ni nada relacionado con esos conceptos un poco naif que llenaban las coloridas páginas de los pulp de los años 50. Ballard viaja, sí, pero no hacia fuera, sino hacia dentro. Nos introduce en el mundo de las obsesiones, de la violencia, de la enajenación y confusión que todos hemos sentido al vernos inmersos en la nueva sociedad que comenzó en el siglo XX. Se atreve a describirnos de una manera casi brutal los aspectos más oscuros de la naturaleza de ese nuevo ser humano, las nuevas perversiones y ensoñaciones que ofrece cada día ese mundo tecnológico, gris y deshumanizado, que nos seduce y nos repugna al mismo tiempo. Esa Isla de cemento, como el título de una de sus novelas, de la que no podemos, y quizá no queremos, escapar.



Ya en su primera novela, El mundo sumergido (1963), crea un futuro sombrío y hermoso a la vez, y a un protagonista perdido y confuso que decide dar rienda suelta, casi sin darse cuenta, a sus obsesiones más ocultas. Como curiosidad, la temática del agua reaparece en otras dos de sus novelas, La sequía (1964), y El día de la creación (1987), esta última de una belleza hipnotizadora, con un viaje iniciático en el hostil paisaje de la sabana africana tan original como impactante.

Pero el tema más recurrente en la bibliografía de Ballard es el entorno urbano y las disfunciones del ser humano que se mueve entre rascacielos y carreteras, confuso, desorientado, desarraigado, tan envenenado por el hecho de ser incapaz de sentir a otra persona, que vuelca sus pasiones y sus instintos en la tecnología. Dentro de este grupo se encuentra Crash, una novela cargada de polémica y de las que producen amor u odio, jamás indeferencia, y a evitar por la gente que no disfrute de las emociones fuertes. De todo lo anterior, puede deducirse que es, sin duda, una obra maestra. El erotismo mezclado con los accidentes de tráfico, cuerpos que quieren fundirse con máquinas en un abrazo mortal, es la premisa que, espero, atraiga a los lectores de este artículo a añadir Crash a su biblioteca, llamados por el morbo, y por supuesto, prometiendo una dosis de excelente literatura. No obstante, los que prefieran ahorrarse las letras y pasar a las imágenes, tienen la suerte de que David Cronenberg adaptó esta novela de una manera bastante acertada, aunque tengo que advertir que ambas obras, tanto la escrita como la audiovisual, generan la misma cantidad de amores y odios, así que mucho cuidado. Estamos hablando de material altamente inflamable, un choque frontal de sensaciones sin cinturón de seguridad ni airbag. Por cierto, cuánto le deben escritores de nueva hornada a James Ballard. Propongo a los lectores curiosos un experimento leer Crash y luego Rant, de Chuck Palahniuk, novela que no pretendo despreciar, y que incluso me atrevería a recomendar. Las conclusiones no se harán esperar.

Podría seguir hablando durante miles de páginas sobre lo mucho que ofrece cada línea de cada párrafo de cada novela de James Ballard, pero es un autor que merece ser descubierto poco a poco. Advierto que su literatura ejerce una fascinación intensa y que hay que enfrentarse a sus escritos con fuerza, porque aseguro que es capaz de hacer temblar todos los rincones de nuestra esencia como seres humanos, eso que algunos llaman alma. Pero que nadie tenga miedo. Porque Ballard hace de la violencia, una poesía; de la provocación, un arte; y de los temores que nos atormentan cada día, un paisaje de una belleza tan luminosa como desesperada, capaz de emocionar al espíritu más impasible.


La extraña pareja

J.G. Ballard. Guía para lectores:
Si te gusta...

... la ciencia ficción post-apocalíptica: El mundo sumergido (1963); Hola, América (1981).

... la novela negra: Furia feroz (1988); Noches de cocaína (1994); Super Cannes (2000).

... la novela urbana y psicológica: Crash (1973); La isla de cemento (1974); Rascacielos (1975).

... la autobiografía: El imperio del sol (1984); La bondad de las mujeres (1991); Milagros de vida (2008).

Hasta siempre, Jim




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1 comentario

  • Otro gran amigo de Ballard, el sr. Moorcock, ha escrito esto:

    http://entertainment.timesonline.co.uk/tol/arts_and_entertainment/books/article6160194.ece