De dónde es el pasaporte de Gógol (200 años después)

2 de abril de 2009
Nikolai Vasilyevich Gogol (1809-1852) como un souvenir más

Hoy, hace 200 años del nacimiento del escritor Nikolái Gógol, sus compatriotas le utilizan para tirarse los trastos a la cabeza e hinchar su orgullo patrio, como los famosos balones azules de playa con publicidad de Nivea que forman parte de la infancia de todos nosotros. En ambos casos, se trata de aumentar el volumen de algún objeto, llenándolo de aire u otra cosa: la obra de Gógol (con o sin acento, de ambas formas lo he encontrado escrito) no necesita palmaditas en la espalda ni adjetivos exagerados para aumentar su volumen e importancia; todo lo contrario le sucede al orgullo nacional y a los citados balones inflables: sin esa exageración y sin ese aire no son nada.

Hoy, la noticia es precisamente esa: Rusia y Ucrania se disputan la figura del escritor. Pero a ustedes les importa realmente eso? ¿Qué más da que naciera en una provincia del imperio ruso (por tanto ruso), pero que ahora esa zona pertenezca a Ucrania (y por tanto ucraniano)? ¿Y si su ciudad favorita fue Roma, que conoció intimamente y amó con pasión, por qué no le consideramos italiano entonces? (...paparruchas!) Lo importante, como siempre, y lamento repetirme, es (leer) su obra: "Las veladas de Dikanka" (cuentos de ambiente ucraniano, incidiendo en lo exótico y misterioso que para la gente de la capital empezaba a tener esta región), "Historias de San Petersburgo" (con algunas de sus narraciones más conocidas: La avenida Nevski, El retrato, Diario de un loco, La nariz, El abrigo), "Taras Bulba" y (quizá su obra más conocida) "Almas muertas".

Si no recuerdo mal, la editorial Nórdica preparaba para este año otro hermoso volumen ilustrado con una breve narración del escritor de "nacionalidad intermedia". Mientras esperamos, o en el caso de que este último dato sea una mentira generada por mi mala memoria, tenemos la edición que prepararon de "El capote", con traducción de Victor Gallego e ilustraciones de Noemí Villamuza (podéis ver el trailer aquí) .

Suelo pasar por alto las introducciones, prólogos y notas introductorias de los libros que leo. La intención es leerlas cuando termine el texto al que acompañan, pero al final termino por olvidarlo y se quedan sin leer (y sin subrayar). Hoy (día del aniversario) he aprovechado para leer la introducción de Víctor Gallego Ballestero escrita para la edición de Gredos de "Las veladas de Dikanka". Y en ella -desconocedor hasta entonces de la biografía de Gógol- me dedico a buscar entre los datos y las anécdotas sus "marcas de genio" ("¿Y si después de todo no era un genio? Las famosas vidas ajenas presentaban siempre centenares de marcas. En la suya, sin embargo, nunca lograba encontrar ninguna. [...]" Antonio Orejudo, 'Fabulosas narraciones por historias'). He aquí algunas que han aparecido (entrecomillo los fragmentos citados de la introducción de Victor Gallego Ballestero en la edición de Gredos ya comentada):

* Para ser un futuro genio siempre es mejor ser marginado en el colegio que pasar desapercibido entre los compañeros de clase, de hecho, tu intenso olor corporal puede ser un recuerdo imborrable para ellos: "Niño enfermizo, feo, torpe, desaseado, negligentemente vestido, Gógol debió de padecer frecuentes bromas, ofensas y burlas de sus compañeros de clase; algunos de ellos, en los recuerdos que escribieron después , lo describen con tonos poco ceremoniosos, destacando su suciedad, sus granos, su glotonería, sus orejas llenas de pus, su retraimiento, su letanía, así como sus dotes innatas de imitador -sobre todo ruidos de animales-, su habilidad para poner motes burlescos y su capacidad para inventar comentarios acerados e hirientes sobre profesores y alumnos, cualidad que no debió de granjearle grandes simpatías en ninguno de los dos estamentos". (No dejo de imaginarme al niño Gógol imitando el sonido de una gallina clueca).

* Aparte de mentiroso ("con una pluma en la mano, se sentía impelido por una fuerza incontrolable a trazar todo tipo de fábulas, a ornar de mentiras y detalles exagerados sus relaciones de los hechos [...]"), Gógol no parecía servir para mucho más que para escribir, y eso es lo único que debemos pedirle a un escritor (de hecho, hay que ser muy estrictos en este punto): hacia 1835 ejerció de profesor de historia en la Universidad de San Petersburgo, pero al parecer lo hizo tan mal y de manera tan incompetente que se vió obligado a abandonar el puesto después de unos pocos meses.

* Por lo demás, un genio puede ser como el más común de los mortales (no lavarse, vestir fatal, ser despedido por incompetente...el muestrario podría ser infinito). Gógol tuvo uno de los trabajos más anodino y literario a la vez: fue escribiente en la administración civil (como Bartleby, Bernardo Soares, etc.) Y cansado y descorazonado por su trabajo -como nos pasa a todos- escribió a su madre: "Me han propuesto un honorario de mil rublos anuales. ¿Acaso debo vender mi salud y un tiempo que me es precioso por una suma que ni siquiera bastará para pagar mi alojamiento y mi manutención? ¡Qué absurdo! Apenas me quedarán dos horas libres cada día; el resto del tiempo estaré encadenado a una mesa, copiando las necedades y las viejas quimeras de los jefes de la oficina."

Los genios son así (como todos).

ah! y como no hay día que tenga que compartir el recuerdo de dos grandes figuras, hoy también nos han recordado que hace 25 años murió Marvin Gaye (a manos del reverendo Marvin Gay, su padre, que le disparó tres balas en el pecho). Entre muchas otras, elegiré 'Let's get it on'.