Regreso al campo de los almendros

1 de abril de 2009
Entre aquel vocinglero y radiofónico "Cautivo y desarmado el ejército rojo..." (del que hoy se cumplen 70 años) y el lloroso y televisivo "Españoles... Franco ha muerto" se puede escribir toda la historia reciente de España. Y no nos cansamos de citar a Gil de Biedma -¡que miedo nos está dando lo de "El cónsul de Sodoma"!-, para quien de todas las historias posibles, la de España era la más triste porque siempre acababa mal...


Puerto de Alicante. Primero de abril de 1939


Tal vez sea este un buen momento para acercarse a una serie de obras que logran transformar lo no vivido en memoria personal. Contra lo que podría pensarse "Partes de guerra", el estupendo conjunto de relatos sobre la contienda que ha seleccionado Ignacio Sánchez Pisón para RBA, se está vendiendo. Y muy bien. Más allá de las consideraciones que tengamos acerca de un pasado que parece decidido a no abandonarnos, relatos como "¡Masacre! ¡Masacre!" de Chaves Nogales (todavía recuerdo como un Infame enarcaba la ceja cuando me hice con una edición de "A sangre y fuego" en una librería bajo el viaducto, pero claro... todavía estábamos en la previa a la recuperación del periodista sevillano) o "Las minas de Teruel" de Pere Calders, autor al que voy descubriendo y al que todavía no le ha llegado el turno, podrían sorprender a los que han hecho suyo (con razón, con razón...) el grito de Isaac Rosa: "¡Otra maldita novela sobre la guerra civil!".

Y, aunque haya recibido menos atención, no quiero dejar de lado el acertado rescate que Melusina ha llevado a cabo de la figura del tipógrafo anarquista Rudolf Rocker (1873-1958) con ese pequeño breviario del dolor que es "La tragedia de España". ¿Alguien se atreverá algún día a reeditar sus imprescindibles "Memorias" o "Artistas y rebeldes"? No, creo que no...

Pero más allá de las novedades es un buen momento para recuperar a Max Aub (al que Umbral, cuando quiso que la tribu le riese una gracia, definió como un señoruco que ni siquiera era español, sino un viajante de comercio suizo que llegó a España y se quedó. Su prosa es la que puede esperarse de un viajante de comercio suizo) y su "Campo de los almendros", la gran novela de la derrota:

Pasará el tiempo que pasará. Cómo pasará, eso nadie lo sabe; pero lo evidente, lo que nadie podrá ocultar, olvidar ni borrar es que se mató porque sí (...) Hoy ya se ha olvidado mucho, dentro de poco se habrá olvidado todo. Claro está que, a pesar de todo, queda siempre algo en el aire. Yo creo que la tierra está hecha del polvo de los muertos...


Los árboles claman al cielo con sus muñones,
dibujan en lo gris el finísimo plomo negro de sus ramas, desnudas del frío.

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