Desvelando el presente a través del pasado

11 de mayo de 2009
¡ cómo le gustaba el fotomatón !

Hace poco una mujer de edad indefinida, mirada traviesa y alegre, risa disparada y muy habladora me reveló pausadamente una de esas verdades íntimas que conforman nuestra vida: "Yo ya no estoy para perder el tiempo. Yo ya no leo a nadie que haya nacido después de los 70". Admirado por tal afirmación, aumenté mi nivel de atención poseído por su palabra y la seguí por una conversación cargada de pasión y literatura.

Carmen, supongamos que se llama así, insistió en que teniendo en cuenta lo que ha leído y lo mucho que le queda por leer, es mejor acudir a valores seguros, y entre ellos abundan más los nacidos antes de esa década. Transcurría la conversación y mencionaba nombres, nacionalidades y fechas, autores conocidos o totalmente ajenos para mí. Iba y venía, jugaba con mi intelecto conocedora de su sabiduría lectora mientras consumía con energía su cigarrillo.

Lo que Carmen ignoraba era la transformación que yo observaba en ella según avanzaba nuestra conversación. Poco a poco fui encontrando sus rasgos de protagonista literaria. Cabeza recta, pausados gestos, sonrisa amplia, aguda inteligencia, elevada cultura y una fisonomía que una vez fue hermosa y que hoy mantiene ese indefinido atractivo de mujer madura. Carmen se había transformado en una protagonista femenina de Stefan Zweig, como la del último libro publicado 'Viaje al pasado'. Ese personaje que se esboza pero que no acaba de desvelarnos su particular personalidad.

En 'Viaje al pasado', editado también por Acantilado en el volumen de relatos 'La Mujer y el Paisaje', Zweig narra una historia de amor marcada por la ruptura, el anhelo de encuentro y la idealización que este último conlleva. De manera sencilla y delicada, Zweig relata el ascenso de Ludwig, químico de origen humilde en el Frankfurt industrial. Ludwig por su abnegado trabajado será llamado por uno de los importantes hombres del consejo de administración de la empresa para ocupar el cargo de secretario personal. Para ello deberá mudarse a la casa de éste, lugar donde a partir de ese momento comienza el conflicto amoroso con la esposa de su superior. Justo cuando este amor parece ser correspondido, tienen que separase bruscamente al ser trasladado Ludwig a México en una importante misión empresarial.

La ruptura marcada por el alejamiento físico, el tiempo transcurrido y el comienzo de la I Guerra Mundial marcarán definitivamente la desaparición del vínculo que les unía. Sin embargo, el pasado siempre llama dos veces y así podrán retomar casi 10 años después la amistad produciéndose el inevitable reencuentro, casi a la manera de Uhlman. Ludwig, sobre el que recae toda la acción de la novela, sobre el que conocemos todo, trata de revitalizar esa relación, volviendo a desempolvar la pasión. Ella que ante la presencia de su esposo no fue capaz de dar rienda suelta a su amor, hoy está inapetente, gustosa de reencontrarse con el pasado, con esos recuerdos que la mantuvieron viva, quizá cuando su esposo y ella ya habían dejado de ser uno. Por ello parece que al final, Ludwig también se une en ese sentimiento de melancolía juvenil y da sentido a su viaje de vuelta y al encuentro con su antigua amada, "desvelándole el presente a través de su pasado" y entendiendo que ya no será posible aquello que pasó.

Zweig no merece menos que estas ediciones

Como en todas las obras de Zweig, la elegancia de su escritura, la descripción de los sentimientos de los protagonistas fiel reflejo del profundo estudio psicológico a los que les va sometiendo según avanzan sus narraciones nos dan una riqueza de sensaciones sin sobrecargas ni retorcidas formas literarias. Si analizamos superficialmente sus argumentos podemos caer en la tentación de pensar en los folletines romanticones del siglo XIX. Sin embargo al leer a Zweig, descubrimos una literatura profunda y sentimental, basada en las pasiones y preocupaciones de los hombres. Parece trasladar el ambiente convulso y tenso del mundo cambiante que le tocó vivir durante toda su vida con la serenidad del hombre del batín sentado en su sillón.

La captación y representación de los personajes desvelan las grandezas y miserias humanas como en 'Mendel el de los libros' también recientemente publicado por Acantilado. En este narración un librero (¡oh, profesión de profesiones!) asentado en un café vienés da servicio a cientos de personas que recurren a su bien ganada fama y sapiencia. Recuerda a determinados personajes embutidos en libros o perdidos en sus mundos como Funes el memorioso (Borges), a los cuales se comprende en su locura literaria y se acaba por querer como al afectado por una enfermedad mortal que desconoce padecer.

Al igual que en 'Viaje al pasado' el comienzo de la I Guerra Mundial trunca la vida de Mendel. Un golpe de mala suerte le hará ser encerrado en un campo de concentración, al cual sobrevivirá físicamente pero la miseria vivida le marcará para siempre. Apenado y carente de esperanza vagará por Viena con un libro hasta que la muerte lo atrapa definitivamente.

El odio al diferente, al desconocido, la injusticia y la desesperanza se mezclan en este estupendo y breve libro que mantiene las virtudes del mejor Zweig, autor de cabecera, nacido antes de los 70 y que sin saberlo nos ha dejado una protagonista callejeando por Madrid.

Publicado en soitu.es (9-5-09)


, , ,