Las suecas, Florentino y Esperanza

16 de mayo de 2009
El escándalo de las suecas y los ojos como platos

El libro de Gabriel Cardona y Juan Carlos Losada, 'La invasión de las suecas', editado por Ariel (no vayan a pensar algunos que se trata de un libro con fotos de pieles blancas tratando de ponerse morenas al sol) nos trae los recuerdos de los bañadores con estampados de otra época, cantidades de películas con la playa como escenario y excusa (aunque sin la sutileza de Pauline), y la llamada silenciosa invasión extranjera que allá entre finales de los 50 y principios de los 70 ocupó las costas españolas: el "nivel europeo" que sofocaba a José Luis López Vázquez en 'Operación Cabaretera': el turismo que procedente de toda Europa, tuvo a las "suecas", sus pequeños bikinis y la moral leve que desorbitaban los ojos de los españolitos, como estandarte de toda una época de relativa apertura.

Así, señoras. Así!

Los recuerdos y la visión continuada de algunos culos... perdón, quise decir algunos vídeos, nos han subido tanto la bilirrubina que hemos pensado que quizá, Florentino Pérez, que ha vuelto a pisar los ruedos, no sólo presentaba su candidatura como presidente blanco, sino que en ese gesto encerraba algún guiño -no sabemos si exagerado o no- hacia alguna güiri presente en la rueda de prensa. Parece mostrarse tan buen ejemplar de celtíbero español como Alfredo Landa en 'Manolo la nuit'.

Y ya puestos a imaginar, y terminar de paso este post que no deja de ser un mal chiste en una tarde aburrida, hemos encontrado (nunca por casualidad) la acaramelada insinuación de nuestra presidenta de comunidad madrileña, que parecía responderle al empresario que a pesar de las apariencias ella también fue mozuela. (Y con esto ya termino, créanme:) "Y las tenía muy bien puestas."

¡ Que bote la presidenta !!

[Aclaración: lo único real de este post es el libro editado -y les recuerdo que es un libro serio pero entretenido- y los gestos de los personajes, pero ni su orden de aparición, ni lo que podrían insinuar, ni mucho menos los diálogos puestos en sus bocas, responden a nada que haya sucedido en realidad. Todo es una ficción -ya lo dije: un chiste malo en una tarde aburrida en que a uno le da por escribir-, pero hasta las peores ficciones tienen su derecho a existir.]