Lo que había al final de "La carretera"

19 de mayo de 2009
...ay (suspiro)

En el corrosivo y destructor (y por ello muy recomendable) blog del lector mal-herido, Juan se ha tomado unas "vacaciones" interpretando las Variaciones Mc en el teclado de su ordenador. En lugar de leer un libro para enseguida escribir un post que en la mayoría de las ocasiones poco (o nada) tiene que ver con el libro en cuestión, ha preferido por el momento escribir varias veces sobre el mismo libro. La novela que sirve de excusa es 'La carretera' de Cormac McCarthy. Y así poder dedicar su tiempo en actividades más interesantes que leer: porque quién va a querer leerse un libro al día en un país en el que hasta el ministro de cultura recomienda la lectura y a los niños se les da la tabarra desde muy pequeños con que lean ( y lean y lean).

Y las variaciones dan para mucho. Algunos dirán, mientras esperan que terminen los anuncios de su programa-cultural-favorito-de-la-tele, que no son más que chorradas. Pues sí, ni Juan mal-herido ni nosotros queremos llevarles la contraria, una delirante acumulación de chorradas y de fotos de jovencitas ligeras de ropa (y faltas de moral) que empiezan en los libros de los demás pero sin dedicarse a dibujarles menandros de babas alrededor. Y que suelen terminar hablando del miembro (aquí escribir polla aún nos ruboriza) del blogger.

Estas variaciones empiezan con la citada novela. "Al despertar en el bosque en medio del frío y la oscuridad nocturnos había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado. [...]" Pero dan para imaginar que las páginas de los libros editados por Mondadori vienen rociados con cocaína, para proponer el catálogo de Ikea como novela sin querer (frente a las aburridas novelas a posta que pueden escontrarse en las librerías), fantasías sexuales con Jessica Alba en el asfalto del decorado donde se podría rodar The Road, la venta publicitaria de camisetas, despertar la alarma social ante la "técnica masculino ental de abrir el envoltorio del preservativo con los dientes", la inexplicable razón por la cual ante los indicios de apocalipsis a los especímenes humanos les da por agarrar la primera tubería que encuentren a mano... La novela no le gusta, la deja a la mitad (repito, la deja a la mitad), pero en el post siguiente -porque el gusto y la crítica literaria, además de incolora e insípida, en la mayoría de las ocasiones es voluble- el libro le parece una obra maestra -porque dice lo que le da la real gana a su "ombligo" (eufemismo)-, y para colmo resulta difícil (aunque no imposible) encontrar libros de Roland Topor, que aparece de repente en las variaciones, quizá para destacarle en lugar de McCarthy, un ferretero de Tucson (Arizona) que llena sus novelas de polvo para que nadie pueda ver más allá.

No podemos saber si las (desde hoy famosas) Variaciones Mc (a.k.a. Que sí) tendrán fin algún día (ojalá sí) (ojalá no). Pero hoy podía intuirse un desvío: Juan mal-herido se iba a la cama con Scarlett Johansson, cuya imagen en movimiento ocupaba por completo la undécima variación. "Sí, nena, sí: ¡la literatura!". Nos ha dado tanta envidia que hemos encabezado este artículo con ese mismo archivo gif.

Que te follen mal-herido. (él ya sabe que lo decimos para bien).

Y a los demás: sigan su blog.


2 comentarios

  • Muy acertado tu texto sobre ese personaje insustituible y fundamental. Yo.

    Las variaciones Mc acaban con mayo, guap@.

  • Anónimo says:

    La ironía no la capto pero el que le follen sí.

    No puedo estar más de acuerdo con la literalidad de la frase: lector malherido se huele tanto que ya no percibe su hedor.

    Por cierto el suyo y el de Portnoy, los mejores de libros.

    Gracias.
    Borcam