Todos somos Sergio Algora

21 de julio de 2009
Un escote nos da la bienvenida

Con ocasión de la reciente publicación del último libro de relatos de Sergio Algora , titulado ‘No tengo el placer’ (y editado al igual que el anterior, ‘A los hombres de buena voluntad’, por Xórdica), nuestras cabezas volantes (y nuestros corazones, porque en este artículo, nuestro irreflexivo órgano también escribe su mitad) empezaron a imaginarse cierto posible homenaje a uno de nuestros autores imprescindibles: creador de extrañas e inolvidables letras de canciones, de poemarios que (al menos) los muchos seguidores de El Niño Gusano y La Costa Brava deberían descubrir, y de los citados libros de relatos: donde su peculiar mundo vuela con entera libertad o se arrastra hasta profundidades abismales si es preciso, nos hace reír y a la vez consigue encogernos el alma. Como en un País de las Maravillas reescrito por Algora para recordarnos que somos tan gigantes como queramos imaginar y tan diminutos como demuestran las noticias y las estadísticas.

"Hay muchos mundos, pero están en este"
Y el de Sergio es tan hermoso que da miedo, como reza la cita de Apollinaire con que se inaugura el libro. Todos sus relatos surgen de un mundo tremendamente personal, con su peculiar dosis de surrealismo y una inagotable sucesión de imágenes originales y certeras (¿no estáis cansados de encontrar en tantas novelas las mismas metáforas gastadas que sólo son insectos capaces de contagiar aburrimiento?). Una vez dentro de este universo, donde el mar también puede excitarse al sentir el batir de las hermosas piernas de una aún más hermosa joven entre sus aguas, querrán quedarse aquí, pedir el cambio de nacionalidad (y un nuevo pasaporte).

"Todos somos Sergio Algora"
Con este cuento de paradójico título termina ‘No tengo el placer’. Pero de ahí mismo surgió nuestra pequeña ocurrencia para recordar y homenajear a Sergio Algora, y de la misma forma que la ley de la gravedad y la distancia geográfica son mentira si el poeta así lo quiere, el libro de Sergio no se acabaría con el último relato. Con la excusa de la aparición y presentación esta misma semana del recopilatorio ‘Algora Campeón’ (Grabaciones en el Mar) (que tampoco termina en la última canción, sino que incluye un bonus track) los Tipos Infames decidimos convertirnos en Sergio Algora e invitar a sus amigos y seguidores a hacer lo mismo. Sería divertido, sobradamente merecido, y por una noche todo podría ser como en sus canciones.

Algora cartografiando su propio mundo

Nuestra idea fue realizar entre todos un "nuevo" poema de Sergio Algora partiendo de sus propios poemas o canciones. Sus amigos y seguidores estaban invitados a participar seleccionando de entre toda la obra de Sergio, y por cualquier motivo, un solo verso (o un par de ellos, un estribillo completo…), para poder confeccionar después, y según el orden inesperado de llegada de los correos electrónicos con los "recortes", un nuevo poema a partir de la suma de fragmentos extraídos de los distintos poemas y canciones. El procedimiento sería parecido a la técnica surrealista del "cadáver exquisito" o a las "instrucciones para hacer un poema dadaísta" según Tristan Tzara a.k.a. El Señor del Monóculo.

Recibimos enseguida muchos correos electrónicos entusiasmados con la idea, dispuestos a colaborar (después de pensar durante un buen rato con qué verso quedarse) y a sentir por un buen rato que todos éramos Sergio Algora. Y según llegaban los emocionados y emocionantes correos de amigos de Sergio (a los que no sabemos cómo poder demostrar nuestra gratitud), fuimos asistiendo en nuestro correo a la hermosa y extraña formación del poema que hoy tenemos el enorme gusto de poder presentar.

Sergio Algora fotografiado por Sergio Algora y visto por Sergio Algora, y etc.

Toda inconexión entre dos versos procedentes de dos canciones distintas, la reiteración de ideas (parece imposible que tantos hayan elegido el mismo fragmento de la canción ‘Mi última mujer’ del disco de La Costa Brava "Llamadas perdidas", que se convierte casi en el estribillo del poema) o la casi inexplicable adecuación de algunos fragmentos que antes nada tenían que ver entre sí, fueron fruto —–para bien o para mal— del azar, y de una oscura sombra cuyo perfil algunos han creído poder identificar.

Y este es el resultado final:

Te imagino en traje de baño
sentada sobre una toalla
y me fabrico otro recuerdo perfecto.
Tengo un podio en mi casa
soy el primero cuando quiero.
Qué bien sabe no existir
sin parar de reír.
Los idiotas prefieren la montaña.
No hay que cerrar las heridas
si no hacen sufrir.
Somos verdaderos gigantes.
Para mi alergia siempre es primavera.
Y fue un golpe de suerte
que no tuvieras hermanas
de una manera exponencial
me gustarías mucho más.
Borracho, con las misma palabras
creas el mundo que un día tu lucidez destruyó.
Los lobos nunca conseguirán
que sus aullidos puedan alunizar.
Y si somos tan pequeños podremos pilotar
las miniaturas que nos dan para viajar.
Meteorizados los dos somos mujeres de acción.
Qué más puede darte el mundo
si cada segundo es una primera vez.
De manera exponencial me gustarías mucho más.
Mis deshechos perfuman jardines
mis insultos pueden divertirles.
No, ninguno de nosotros
estamos hechos con frío, con frío…
Quiero morir sin dejar de existir.
Tengo un podio en mi casa
soy el primero cuando quiero.
Son mis trapos sucios lo que tienes que querer.
Si pudiera elegir sería el hombre más lento del mundo.
Ya tengo listo un traje nuevo para mi corazón.
Y al día siguiente yo estaba en el cielo
con mis cosas favoritas y un vermut con hielo.
Cada vez que te veo bien sé que no durará
porque siempre haces algo por empeorar, empeorar.
Y quise cambiar de vida con la chica del 2ºB
pero llamé al 2ºC.
Cada caricia es un gran hotel.
Los idiotas prefieren la montaña
y en mi interior yo tengo una playa.
Me siento un hombre armado
estando entre tus brazos.
Me gusta más que desayunar olerte.
Y auque nos creamos especiales
todos preguntamos los nombres
de las calles donde viviremos.
Hay sobre mí un cielo tan azul
y tan siquiera puedo tocarlo.
Los idiotas prefieren la montaña
y en mi interior yo tengo una playa
donde fabrico mis recuerdos perfectos.
Como un bicho al caer en la leche llegué.
La magia consiste en lograr.
Ella se cosió la boca al mar,
ahí has de buscar.
Ya lo dije cinco veces
voy a ser mi propia esposa.
Si tuvieras que comerte
por dónde empezarías
qué parte comerías
la primera…la primera.
Se hizo el silencio, se hizo el silencio
y a cada boca yo concedí un deseo.
Hoy quiero que parezca
que nunca fui tan feliz.
Hoy quiero que parezca
que siempre todo estuvo bien.
No pesa más de un gramo
todo lo que amo.
En mi interior tengo una playa.
No siento dolor
no tengas dudas
es un mal menor
no tengo dudas
no siento dolor
a veces tengo dudas.
Creo que voy a dejarte (bueno no sé).

Y, en fin, muchas gracias a todos por colaborar (escribiendo) en este extenso poema que podríamos titular con el mismo nombre que el último de los cuentos del libro: "Todos somos Sergio Algora". Y ese "todos" es (por estricto orden de llegada o aparición): Fran Fernández (a.k.a. Francisco Nixon y compañero de Sergio en La Costa Brava; que nos ayudó a expandir esta idea y sin cuya ayuda este pequeño homenaje no hubiera sido posible); Helena Martín (escritora); Vanesa López; Isaac Lobatón; Paula; Carmen del Solar; Alberto Camuñas; Quique Valiente (coleccionista); David Theparapente; Juan José Rueda; Rubén R.; Diego; Pilar Gutiérrez; Diego Ceballos; Francisco Eros; Elia Casas; Xosé M. Fernández; Agustín Hdez.; un tipo infame; Elena Medel (fan y escritora, por este orden); José Antonio Bonassi (Bonni); Unai Yañez; José Luis Rivas; Elia Cazalilla; Inma Esclapez; Diego Salazar (periodista y editor); Ángel Ramos (guionista y escritor); Daniel Adrinal Ruiz; Alberto Verano; Jesús Jiménez Domínguez (poeta); Alberto Schwartz; David Mayor Orgilles; Juan Carlos Gargallo; un segundo tipo infame; María Álvaro; Aitor Fernández; Ramón Villarreal; Whitey Action; Julio Angosto; Coté; Daniel Gascón (escritor).

Publicado en soitu.es (19-7-09)


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1 comentario

  • Anónimo says:

    Qué hermoso proyecto poemático.
    Gracias.


    J.S. de Montfort