En 1831 un navío de la Marina Real, el Beagle, zarpaba del puerto de Plymouth dentro de una expedición cartográfica que debía estudiar las corrientes oceánicas y realizar una serie de mediciones científicas. Entre los súbditos de Su Británica Majestad se contaba un joven naturalista que habría de pasar a la historia por un libro tras cuya publicación nada volvería a ser igual: 'El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida' ('El origen de las especies', vaya). El todavía imberbe Charles Darwin puso por escrito su experiencia de aquel viaje en forma de diario que ahora recupera Espasa como 'Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo'.

No es ésta la única obra que se acaba de recuperar de su autor, ya que la pulsión conmemorativa ha querido que coincida el bicentenario de su nacimiento con el 150 aniversario de la publicación de su obra más importante, lo que ha supuesto una invasión de obras sobre la Teoría de la Evolución y su autor. Sin embargo, en la narración de aquel viaje de cinco años alrededor del globo, encontramos no sólo al hombre que habría de cambiar nuestras ideas acerca de la verdadera naturaleza del ser humano, sino a un entretenido, y a ratos brillante, escritor. Así es como fue.

Y así es cómo podría haber sido: en 1986 un lujoso crucero proveniente de Guayaquil, el Bahía de Darwin, encallaba en las volcánicas costas de las Islas Galápagos. La tripulación de aquel barco no incluía ningún cartógrafo, ni siquiera un solo marinero. Únicamente una profesora de ikebana embarazada de una niña peluda, una viuda americana de Ilium (Nueva York), un perfecto idiota con galones a cargo de la nave, seis niñas caníbales, un ingenio tecnológico llamado Mandarax y un fantasma decapitado. Mick Jagger, Henry Kissinger y Jackie Onassis cancelaron su billete momentos antes de levar amarras, lo que habría completado un pasaje —que nos perdone el atento corrector— bizarro. Muy bizarro. Lo que nadie podía imaginar en ese momento es que aquel grupo sería el responsable de repoblar el planeta tras el Apocalipsis global que se cernía sobre la humanidad, y que sería de nuevo en ese archipiélago donde la evolución daría un sorprendente salto.

'Galapagos' (Minotauro) nos devuelve al peor escritor americano de todos los tiempos. Conste que esto es lo que opina Gore Vidal de Kurt Vonnegut, no nosotros, que nada más —¡y nada menos!— lo consideramos todo un Tipo Infame (además, ¿quién hace caso de las memeces de Vidal?). Sólo un weirdo espacial como Vonnegut podría haber ideado semejante destino para la especie humana y ponerlo por escrito con su peculiar estilo telegráfico y corrosivo. Aunque este libro ya había aparecido en España de la mano de la misma editorial, parece que los encargados de esta nueva edición han decidido aprovechar el tirón del bicentenario de Darwin para lavarle la cara a una de las mejore obras de este escritor instalado en la genialidad. Una oportunidad para saborear de ese especial cóctel, marca de la casa, de ciencia ficción y humor negro como la pez.

Y es que da completamente igual que usted sea un acérrimo lector de su obra o que sea la primera vez que oye hablar del escritor de Indianápolis que nos abandonó hace apenas un par de años para visitar en persona el planeta Trafalmadore (antes de la abducción nos legó un libro imprescindible: 'Un hombre sin patria', que aquí publicó Ediciones del Bronce). Y decimos que da igual porque Vonnegut siempre acaba tomándote por sorpresa, como cuando decidió darle la vuelta a los libros sobre la Segunda Guerra Mundial y narrar su experiencia de los bombardeos de Dresde como un gran absurdo en el que se entremezclaban las atrocidades de la contienda con viajes espaciales, extraterrestres, nazis y estrellas del celuloide. El resultado de aquello fue 'Matadero 5' (Anagrama), un libro que le convirtió en un icono de la cultura popular a finales de los 60 hasta el día de hoy, en el que nosotros, pobres y subdesarrollados humanos, sin aletas ni branquias, todavía seguimos aquí...