El psiquiatra seductor, morfinómano y copulador

21 de octubre de 2009
Los divanes de la época invitaban a ello


Llevamos unos cuantos artículos comentando la habilidad de algunos no escritores para narrar historias sorprendentes que nos encandilan de verdad. Autores a tiempo parcial que no tienen nada que envidiar a los que destinan la gran parte de su tiempo al oficio literario y que asfixian regularmente a sus lectores con su último e 'imprescindible' ejemplar.

Uno de estos escribientes raros que se mezcla entre la nebulosa de la literatura y otras variopintas disciplinas es Józef Brenner, más conocido por el seudónimo de Géza Csáth. Médico especialista en Psiquiatría, siempre estuvo ligado al mundo de la cultura y el arte. Escribió para varias revistas de la época ejerciendo la crítica musical además de componer diversos dramas (aún representados por algunos teatros europeos) y cuentos. De estos últimos destacamos sus 'Cuentos que acaban mal' publicados por El Nadir (2007) y que supone el redescubrimiento de un maestro del relato de sesgo turbador.


lo que mal empieza...


Sin embargo y a pesar de sus relatos, la verdadera profundidad literaria está en su vida, quizá como con tantos otros autores. Morfinómano desde muy joven, ocupó diferentes cargos en clínicas y balnearios de Hungría. Fue en estos últimos donde llevó al límite su goce, multiplicó el número de coitos con diversas damas de alta o baja estofa y consumió numerosas drogas según las necesidades de cada momento. Su atractivo juvenil, la elegancia en el vestir y el refinado gusto (fue de los primeros que descubrió a Puccini) le convirtieron a sus 20 años en un dandi finisecular de terribles aventuras sexuales. Un ser infame de Infame admiración.

A pesar de esta vocación hacia el fin, no criticaremos sus vicios pues alguno de ellos compartimos con igual pasión, seguía escribiendo tratados fundamentales sobre psicoanálisis que compatibilizaba con su obra literaria. Dentro de ésta destaca su diario , recientemente traducido y publicado al castellano por la misma editorial que nos lo descubrió. En él, con su estilo directo y audaz, Géza narra periodos de su vida intercalando escenas domésticas, siempre bañadas por el consumo de todo tipo de estupefacientes y un afán desmedido por copular ya fuera con su novia Olga, con la que al fin contraerá matrimonio, o cualquier otra que compartiese un deseo tan inevitable y pernicioso como él.

Sus conquistas y dosis son narradas con estremecedora realidad, sus múltiples intentos de desquitarse del veneno tóxico fracasan una y otra vez, la rehabilitación resulta imposible. A la vez que esto sucede, su esposa parece no amarle lo que le hace caer en un abandono definitivo. La continua obsesión por obtener mayores ingresos y la imposibilidad de conseguirlos van ofuscando al joven médico. El alma refinada y apuesta que era símbolo de un Budapest radiante y sofisticado se va enajenando cada vez más. Sus entradas en el diario llegan a relevar trastornos que el mismo podría haber diagnosticado en cualquier otro paciente.

soy un truhán, soy un señor


Las dudas de la paternidad de su hija, el tormento del matrimonio adúltero, la falta de ingresos… van a trastocar definitivamente al ilustre Géza que decide poner fin a su vida. Sin embargo y en un arrebato desastroso mata a su esposa, delante de su hija e intenta poner fin a su existencia con tan solo 33 años. Él, que era llamado a encabezar una generación esplendida de la literatura húngara , no consigue su propósito y sobrevive a la muerte de Olga. Mientras se recupera de tan horrible episodio, se intentó cortar las venas, escapa a Budapest sin embargo es interceptado por una patrulla que le vuelve a recluir en el psiquiátrico, lugar donde hallará la muerte que tanto ansiaba a través del trago de una dosis de tóxico.

El diario, prohibido durante los años de ocupación soviética, es un grito desgarrado de la dureza que supone sobrevivir enganchado a los instintos. La razón deja paso al desenfreno, a lo que supone en realidad la vida, llena de placeres peligrosos de los que cuesta alejarse. La crudeza con la que el húngaro narra sus hechos, ya sea las tomas que se inyecta, los encuentros sexuales, los quehaceres cotidianos… son prueba de la intensidad y apasionada escritura de Géza que deja a un lado los convencionalismos de una época decadente y lánguida que a algunos nos hubiese gustado vivir.

El diario lo cierra un epílogo excelente de su primo el reconocido Dezso Kosztolányi , que alaba a Géza Csáth e intenta analizar los cambios bruscos que metamorfosearon a su familiar en un ser perdido y errante. El aterrador relato de este 'príncipe de las letras' como lo definió Kosztolányi se convierte en un libro casi indispensable para todos aquellos que busquen una autobiografía distinta y veraz. Aunque en 2007 se realizó una adaptación cinematográfica basada en un episodio de los diarios, no conviene dejar esta obra tan inusual como descarnada.


¡Va por ti, Géza!

publicado en soitu.es 05.10.2009


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