Abdelá Taia: Como ser un libro

9 de marzo de 2010

tras los pasos de Paul Bowles


Cuando Paul Bowles viajó por primera vez a Marruecos apenas dejaba de ser un joven ajeno a todo lo que se escondía tras las montañas que flanquean la costa africana. En el puente del barco, junto al compositor Aaron Copland, jugó a imaginar el otro lado de esa primitiva muralla mientras se dejaba balancear por un oleaje leve. Lo que el escritor iba a econtrar en esa orilla definió el resto de su obra y su vida.
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"Tánger es una ciudad poseída. Habitada por espíritus de confesiones diferentes. Cuando se lleva la literatura en la carne, en el alma, imposible no recibir su visita".
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Este juicio no fue escrito por Bowles (aunque sin duda lo habría compartido), sino por Abdelá Taia, del que habíamos prometido hablarles con ocasión de la publicación de Mi Marruecos (Cabaret Voltaire), libro con el que logró el premio "Otra Mirada" de la librería Cálamo. El escritor americano pertenece a un peculiar panteón de los que acompañan a Taia en su vida y del que nos da cuenta en este libro en el que merece la pena adentrarse para quedarse. Un panteón repleto de instantes suspendidos y tras los que es posible ver todas las posibilidades de ese mundo secreto: el júbilo sordo de los juegos infantiles, las sesiones del cine de barrio, una galería de parientes extraordinarios y terribles o el silencio de las callejuelas de Salé aplastadas por el sol. Todo sin perder ese cierto aire de ligereza en el escribir que nos hace pensar en un autor que nunca ha llegado a curarse de esa infancia por completo.

abdellah: el sirviente de Dios
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Pero la obra de Taia no sólo recrea aquellos años. Los recuerdos que incorpora también alcanzan hasta el tiempo presente. Así, al hablar de París, ciudad en la que reside actualmente, el marroquí menciona la indiferencia que le rodeaba a su llegada, de la dificultad de expresarse en una lengua ajena: "En aquel momento, lo recuerdo, deseé ser un libro tirado a miles de ejemplares y regalado a todos. Tendrían que leerme, tendrían que mirarme". Creo que, en cierta medida, Mi Marruecos es ese libro, una obra con la que logra representarse a si mismo antes de que otros lo hagan -ya sea en su condición de escritor de la periferia que escribe en francés o de homosexual criado en un país que les niega-. Ser un libro. No es extraño que eligiera esa imagen, tal vez con ello lograba recuperar el abrazo de su padre en la bilioteca general de Rabat y sus estanterías sin fin mientras el pequeño Taia se comenzaba a acostumbrar al olor de los libros.

se rumorea que el sótano de Tipos Infames podría tener este aspecto...


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8 comentarios

  • Algo que conjugue el desenfreno de la sauna y la cultura de la librería. Sí, interesante sótano.

  • Anónimo says:

    y acuérdense de Rachid O.!

  • Leyendo en la sauna says:

    Me apunto al señor Taia entre las lecturas pendientes. Lo habéis conseguido. Existen rumores sobre la condición de imprescindible de las memorias de Bowles, ¿sabéis algo?

  • Anónimo says:

    Creo adivinar que parte del Infamado piensa acondicionar el sótano como una sauna... ¿se resentirá el papel o el libro acuático es una opción?

  • Querido y húmedo lector, no lo dude, eso que usted califica ligeramente de rumor no es otra cosa que una verdad como un puño. Entre las cinco mejores memorias que hayamos leído. Ya lo verá...

  • olof says:

    Un pequeño gran libro. El olor de los libros... ¿hasta cuando?

  • La tercera ocasión en que me dejo guiar por sus reseñas vuelve a ser un descubrimiento. Gracias por la recomendación!
    saludos cordiales

  • Buenos días, me gustaría publicar su reseña en nuestra revista. Le agradecería se pusiese en contacto conmigo. Gracias. attcolaboracion@gmail.com