La Douleur: "El dolor" que nos mandó a la mierda...

31 de marzo de 2010
durasianos porque sí

Sabrán que aquí, en Tipos Infames, somos capaces de (casi) cualquier cosa a la hora de conseguir sumarle a este esforzado blog un post más. Más aún ahora que nuestro empeño común por abrir dentro de poco la "bodega de libros" nos deja muy poco tiempo disponible. Y aunque hemos hecho de todo (...uf!), esto último no ha sido tan malo (pueden creernos, aunque sea por una vez, si es que no lo tienen ya por costumbre).: conociendo los gustos de la amiga Margarita Campari (also know as Chantal) y su lema de "durasiana porque sí", nos fuimos con ella a ver la puesta en escena de un texto de Marguerite Duras, pagando de nuestro bolsillo a cambio del texto que nos ha enviado pocos días después:

"El dolor" que nos mandó a la mierda...

Desde que a finales de verano nos enteramos que en el Teatro De La Abadía se representaría 'La Douleur' de Marguerite Duras dentro de la programación de los 15 años del teatro, cada trayecto en metro se convertía en una búsqueda impaciente del cartel que anunciaba su estreno. Después de ver el continuo desfile de los carteles diseñados con un gusto exquisito correspondientes a una interesante temporada teatral, casi al mismo tiempo descubrimos por fin...

...el dolor, el dolor...

En francés con sobretítulos. Curioso. Nunca habíamos asistido a una obra de teatro con subtítulos. Y cinco únicos días para poder verla. Y cómo no, el viernes acudimos puntuales a la cita, entre mucho francófono empeñado en toser, parlanchines inoportunos, un ministro y algún que otro actor entre el público, ocupamos nuestras butacas mientras sobre el escenario apenas iluminado y casi vacío, una impertérrita Dominique Blanc nos daba la espalda.

'El dolor' está basado en los diarios que escribió Marguerite Duras durante el periodo en que participaba, junto a su marido, Robert Antelme (Robert L. en la obra), en la resistencia francesa. Ella consiguió escapar, pero Robert L. fue apresado y conducido al campo de concentración de Dachau.

Sobre el escenario, apenas unas sillas de madera alineadas nos situaban en oficinas de correos, estaciones de tren; una mesa, era el salón, era la habitación, era el baño de la casa de Marguerite Duras. Un austero escenario que se fue llenando con los silencios y las angustias de su único habitante, encarnado por Dominique Blanc, una actriz tan impresionante como la fuerza del texto representado.

Las dudas sobre si Robert L. sigue aún con vida, la falta de noticias sobre su posible regreso ahora que muchos son liberados (su nombre no aparece en los listados de los periódicos destinados a enumerar a quienes lograban volver) y la desesperación de esperar a quien ya no se ama, va mermando la esperanza de la protagonista. Le afecta a su tono de voz. Se nota también en sus pies cansados.

Los días de la narradora son un constante ir y venir, de oficina en oficina, rastreando en los ojos de todos los que llegan de los campos de concentración (es la Primavera de la Liberación en París), acercándose a ellos, uno por uno, con el temor de no reconocer a su propio marido. Pero también con el miedo de encontrarse frente a Robert. Mientras tanto ella se consume en la deseperación y la soledad de una vida sin más aliciente que la espera, haciendo desaparecer los restos del amor que sentía por él. El Robert L. que desapareció no podría volver sin más. Después de tanto tiempo podría ser para ella un desconocido, no sería capaz de distinguir entre esperarle a él o a otro.

Una vez que Robert L. es liberado, el texto, pero sobre todo la interpretación de Dominique Blanc, se vuelven realmente emocionantes, desasosegantes, llegando incluso a rozar las cumbres de lo escatológico y lo indecoroso para ciertas mentes escrupulosas. La descripción del estado físico de Robert L. en un punto ya distante de la apariencia humana, su incapacidad para probar cualquier alimento sin tener que ir de inmediato al retrete para echarlo en forma de líquido nauseabundo de olor inhumano, y el sufrimiento de alguien que no ha podido expresarse libremente durante el tiempo que ha pasado capturado, se entienden como una brutal crítica a aquellos tiempos, una crítica en forma de heces (incontrolables). Es este momento cuando la obra alcanza el momento más impactante, cuando Dominique/Marguerite mira a los ojos del espectador y le obliga a mirar directamente esa mierda, describiendo minuciosamente los detalles más desagradables: a quien le den asco mis palabras, que se vaya a la mierda.

Este apretado nudo en el estómago continuó tiempo después de terminar la obra, en la que la dureza de las palabras de Marguerite Duras consiguen marcar la piel, el gesto y la voz de Dominique Blanc: absolutamente sorprendente para los que no la conocíamos, poseedora de una una fuerza descomunal capaz de hacerla soportar ella sola toda la carga del texto. Impresionante!

Se hace difícil imaginarque su cuerpo pudiera aguantar más de cinco días sobre el escenario sin llegar a desfallecer... por ello, aplaudimos hasta que se nos cerraron la puertas del teatro. Y aún continuamos con los bises, emocionados y mirando sorprendidos las curiosas formas que 'el dolor' nos dibujó a cada uno en el estómago.

Dominique Blanc: absolutamente impresionante

Posdata 1: bibliografía:

La edición más reciente de 'El dolor' la publicó la editorial Alba allá por el noventaynueve, lo que aún no sabemos es si está agotada, porque después de (re)pedir algún ejemplar a la distribuidora aún no hemos podido hacer con el libro para leerlo.

También puede rastrearse este texto en los diarios de Marguerite Duras, publicados hace dos años por Siruela con el título de 'Los cuadernos de la guerra'. Porque el origen del texto final llevado a escena está en esos apuntes personales, donde los sentimientos reales fueron tomando la forma adecuada a la ficción.

Posdata 2: proximamente:

Después de 'El dolor' podrá verse en La Abadía un montaje de 'Fin de partida' de Beckett, dirigido por Krystian Lupa, que no pensamos perdernos. Y dentro de la programación del Festival de Otoño en Primavera (...más dolor...) podremos asistir a la representación de una obra de Sophie Calle, 'Dolor exquisito', que esperamos con curiosidad.

Posdata 3: agradecimientos:

Gracias a S. (a.k.a. Margarita Campari; a.k.a. Chantal) por este texto que nos ha regalado. Te debemos una: apúntala!


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3 comentarios

  • Yo también disfruté el viernes de la obra y maldije las toses francófonas. He de reconocer que durante la primera media hora no fui capaz de seguirla -cansancio de viernes, quizá- pero después sí, y tanto que sí. Qué última media hora. Bravo

  • a mi también me encanta la Duras... y me encantaba el teatro y hace como SEIS años que no voy (glups : ( y este post me hizo acordarme de una obra eslovena que vi con subtítulos, pero esa es otra historia...
    Bravo por la crítica de la gran Chantal Dosagujas!

  • Pero que historia tan punk!!! Y lo peor de todo es que creo que me hubiera gustado compartir esa experiencia, así que si organizan una visita a Final de Partida no duden en contar con éste, su humilde servidor.