HELP POR MÍ Y POR TODOS MIS COMPAÑEROS (POR MÍ PRIMERO)

25 de julio de 2008

Quizá haya sido el cansancio nocturno, el caluroso verano o las celebraciones del Orgullo lo que me ha llevado a recordar una obra singular. Se trata de 'Help a él', la novela de Roberto Fogwill, que tanto furor causó en los desteñidos 80 y que ahora recupera Periférica en una nueva edición.

La noche, la pérdida, la ciudad, el sexo, las drogas… suelen convertirse en temas habituales de las novelas actuales. Sin embargo el abusivo manoseo de determinados elementos hace que el acercamiento a estos mismos se llene de tópicos, alejando al lector y suponiendo en él cierta ignorancia pueblerina. Parece que para determinados autores (evitaremos nombres) el posible desconocimiento de una realidad o situación por parte del lector implica la carencia previa de experiencias semejantes, ya sean leídas o vividas con anterioridad.

Entre estos escritores no se encuentra Fogwill. El literato usa todos los ingredientes arriba mencionados de forma natural, sin estridencias ni barroquismos. No se relame por descubrir al lector, sino que transmite vivencias de personajes comunes con una trama sencilla, plagada de cotidianidad. Si Fogwill avanza con soltura en la arquitectura de las sensaciones, no es por casualidad, denota un conocimiento profundo de las relaciones personales.

Porque todos perdemos algo, porque todos perdimos a alguien, sabemos el estado profundo en el que nos hallamos en tales situaciones. Acabamos por confundirnos, recorrer lugares que fueron compartidos y que nos transportan a otro tiempo, que ya no es en el que gozamos. ¿Qué sucede entonces cuando la pérdida es definitiva? ¿Cuando quien amamos se escapa sin posibilidad de vuelta atrás? La muerte llega: la vida es un lento morirse. Para Fogwill no existe ese principio y tal fin. Vida y muerte están unidos como algo indisoluble, lo uno lleva a lo otro y viceversa. Para ello cuestiona en la breve novela el espacio y el tiempo presente, transportándonos a un pasado que revive en el presente como acto final. Es el texto la actualización de un recuerdo que no se quiere, ni se puede olvidar.


Los argumentos no valen en el estado de pérdida, las razones tampoco. Por ello Fogwill no escarba en el sentimiento de ausencia. Acepta el abandono, la soledad como estado y la presencia de la figura femenina como guía de vida. En este caso, la fallecida Vera Ortiz es quien revive al personaje de él. Es ella la que le reconstruye, le forja y es él, ser masculino, quien es engañado o no, por la imagen de la que se fue. El encuentro con ella después de su muerte es el bautismo de la vida, el sexo. No se puede festejar de otra forma lo efímero de la existencia que exaltándola en orgasmo.

Un buen libro del que disfrutarán tanto que no podrán dejar de recomendarlo a amigos, camareros, constructores, utilleros... No podrán evitar hacer apología de 'Help a él', que es hacer apología de la buena Literatura. Incluso los más atrevidos han encontrado similitudes con 'El Aleph', que ya queda patente en juego-anagrama del título. A igual que Borges, Fogwill mantiene la presencia de la ausente femenina (Vera Ortiz Beti) que nos retrotraer a la Beatriz Viterbo del cuento borgiano. Rasgos y semejanzas que no dejarán indiferente al lector, les acabará gustando o le aborrecerán para siempre.

Además Periférica añade un plus al insertar en el pequeño, amarillo y rugoso libro 'Sobre el arte del novela'. Una breve novela, del mismo autor y época, en la que mantiene las constantes del anterior texto, demostrando que Fogwill está (por méritos propios) junto con César Aira y Ricardo Piglia en el pódium actual de la Literatura argentina.

Publicado en soitu.es (10-07-2008)


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