La ceniza es un sueño

19 de agosto de 2008

Hace una semana, un importante periódico preguntaba a cien escritores sobre los libros que les han cambiado la vida. Evidentemente el redactor olvidó preguntar a cualquiera de los Infames. Para solventar este descuido, por supuesto no premeditado, voy a comentar como recomendación veraniega de Tipos Infames una de las obras que más me ha cambiado la vida.

Aunque la afirmación previa suena tan rotunda que casi sobrecoge a quien la suscribe, al analizar detenidamente los efectos que 'Palabra sobre palabra' de Ángel González tuvo en mí, no creo que sea para menos.

Al igual que el resto de niños que cursamos la Enseñanza General Básica (E.G.B) me vi obligado a leer poesía, ya fuera en breves estrofas intercaladas en los libros de textos o bien a través de las lecturas obligatorias. Pasó pues nuestra generación por Góngora, Garcilaso, Bécquer, Machado (Antonio más que Manuel), Cernuda, Lorca, la entrañable Gloria Fuertes… Empleo el verbo 'pasar', porque la lectura de estos autores se hacía casi de refilón complementario a la prosa, como si la poesía careciera de unas claves propias que la configuran y la distinguieran del resto.

Quizá por eso, al no enseñarnos a comprender y sentir la poesía de forma diferente, con los años se nos hizo áspera y comenzamos a marcar unas fronteras, a veces insalvables. Es aquí donde en mi vida aparece Ángel González. Yo, adolescente tardío en esa época, fijé mi atención en una portada que se exhibía en una pequeña librería. Se trataba de 'Palabra sobre la palabra', la obra con el título de uno de los libros del poeta que también designa su poesía reunida (Seix Barral). Al hojearlo algo me gustó, a lo mejor fue un poema, un verso o un fragmento, pero al final acabé adquiriendo uno de los mejores libros de poesía que hasta el momento he leído.

Lo componen diferentes libros y las ediciones se han ido produciendo y completando desde 1968 con la obra nueva del autor. Pero lo que me interesa resaltar es el impacto que me causó. El poeta asturiano me reencontró con la composición lírica de una manera sencilla, cargada de existencialismo y con una profunda visión de lo social. Lo que algunos denominan el compromiso de la poesía con y para la vida.

Son estos rasgos colectivos que caracterizan también a sus compañeros y a los cuales Ángel González me entreabrió la puerta. Los José Ángel Valente, José Agustín Goytisolo, José Manuel Caballero Bonald, José Hierro, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez... supusieron tan grata sorpresa como la obra del asturiano. Fue la Generación de los 50 la que de forma amistosa y cercana me reconcilió con la poesía. Me enganché a ella y fue el refugio perfecto para aislarme sin perder el contacto con la realidad.

Hace meses de la muerte en Madrid del poeta Ángel González. Él, que en los últimos años había renunciado a escribir poesía, vuelve a engañarnos como ya hizo con la publicación de 'Otoño y otras Luces' (Tusquets, 2001). Su viuda, Susana Rivero, encontró en el ordenador de Ángel González el libro 'Nada grave' (Visor, 2008), título tomado del número de homenaje de la revista Litoral. Nos lega un poemario póstumo, del cual hablaremos en otro artículo pero que mantiene las constantes de la obra anterior.

Queda en el recuerdo la velada literaria que pude compartir con él. Fumó, leyó y bebió. Un recuerdo espléndido en un colegio mayor madrileño, era el otoño de 2002. Me sentí y siento afortunado, por haber vivido ese momento y por haber redescubierto la poesía de la mano del
nunca olvidado Ángel González. A ti: gracias.

La ceniza de un sueño

Aquel tiempo
no lo hicimos nosotros;
él fue quien nos deshizo.

Miro hacia atrás.
¿Qué queda
de esos días?
Restos,
vida quemada,
nada.

Historia: escoria.

Publicado en soitu.es el 19-08-08


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2 comentarios

  • La lista del importante periódico no está mal, ¡pero es un auténtico crimen no haberle preguntado al amigo Orejudo! Con ganas me quedo de saber qué habría respondido él...

  • si hablo de orejudo seguro que es difícil ocultar quién de los infames se encuentra tras estas palabras: acabo de conseguir uno de los libros preferidos de orejudo y aún desconocido para mí, El Amo del Corral de Tristan Egolf (mondadori, 1998).. que lo hubiera puesto (siempre detrás del Quijote) o no en esa lista ya no lo puedo saber..