Nos jactamos de considerar a los lusos casi como a familiares, una especie de hermanos, eso sí, menores, de los que sólo nos acordamos en ocasiones especiales. De hecho, cuesta en general, recordar elementos característicos o distintivos de Portugal salvo a Cristiano Ronaldo. Junto al futbolista y no por este orden, suelen permanecen inalterables en la memoria hispana el espectacular bacalao preparado en las tabernas lisboetas, los ecos del fado o el nombre de uno de los escritores con mayor talento del siglo XX.
Los más sagaces ya habrán adivinado su nombre: Fernando Pessoa. Con aspecto entre intelectual y funcionario parsimonioso se dedicó a múltiples oficios, sobre todo a la traducción, para así poder ejercitar el oficio de escritor. Durante su no muy larga vida publicó artículos en medios dispersos y un libro de poesía, 'Mensaje' (1933). Al igual que Kafka, otro de los indispensables del Siglo y de la Infamia, legó una gran cantidad de documentación inédita que reveló tras su muerte al gran escritor que es.
En ellos el autor a través de su característico juego entre heterónimo/ortónimo, sitúa a Bernardo Soares como protagonista de la multitud de reflexiones que le acontecen. Como ya nos tiene acostumbrados y usando esta artimaña literaria (otro Pessoa ha sido y no ha sido Ricardo Reis, Alberto Caeiro o Álvaro de Campo) , se refugia en él para narrar las impresiones que le suceden desde los vagos anhelos hasta los paseos por Lisboa. La inacción del personaje, representativo de la crisis de valores del siglo XX, le llena de tedio, nausea, y ante todo un terrible desasosiego.
La introspección emocional a la que somete Pessoa a Soares, o que se provoca él mismo, es la que conforma al hombre contemporáneo. El análisis contemplativo pero profundo de nuestros temores y miedos, la expectación de lo que sucede en nuestro entorno y la meditación sobre la soledad que nos acecha alimentan la mente del contable lisboeta. La carencia de fe o mejor dicho Dios, la falta de amor o las continuaciones ensoñaciones despliega el imaginario del 'Desasosiego' al nuestro, compartiéndolo y desvaneciéndolo en uno solo.
Sabemos de la controversia reciente sobre el legado de Pessoa, sabemos que se celebra el 120 aniversario del nacimiento del poeta, sabemos la importancia e influencia que ha tenido en otros autores, pero ante todo sabemos o creemos saber que merece ser leído. Las sensaciones que os trasmitirá pocas veces se repiten. Aprovechad pues la primera lectura, saboreadla y si podéis escuchad de fondo un fado.
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