Lo que estoy leyendo (1)

26 de diciembre de 2008


Sentencia tras sentencia (todas ellas billantes y divertidas), y perdiéndose constantemente en menandros y divagaciones, la novela se construye a través de la voz de Benito Torrentera, profesor de filosofía que a sus cincuenta años -un viejo sin concesiones ni eufemismos, según él- pierde el culo por una jovencita que trabaja en un Seven Eleven, y a la que ayuda a ocultarse y escapar, no por principios racionales sino más bien por motivaciones de viejo verde. Ya me entienden.


De entre los muchos subrayados entresaco este fragmento. Tras volverse a perder en digresiones y observaciones de todo tipo, vuelve en sí para resumir de esta forma su vida.


"[...] Me he desviado otra vez. Vuelvo: no hay nada entre mis veinte y
cincuenta años sino libros comprados con esfuerzo, innumerables tazas de café,
alcohol en las cantinas, prostitutas llamadas Susy, Conie, Melanie, películas en
cineclubes donde se miraba mal a quien comiera palomitas, alumnos desprovistos
de cerebro, mal comidos, dietas ingratas encaminadas al ahorro de unas cuantas
monedas para cubrir los abonos de mi departamento. Allí están todos mis
recuerdos y ahora que estoy más cerca de la tumba que de la matriz, me enfrento
de nuevo a la misma conclusión, el tiempo es una ilusión, no un problema
filosófico, sino un fraude."

En lo referente a lo peligroso y poco fiable que pueda ser alguien que crea en un sólo "libro", Benito Torrentera tiene también algo que decir:

"A pesar del descrédito actual de los libros, pueden ser muy peligrosos en
manos de un idiota."

(extraido de Guillermo Fadanelli, Lodo. Anagrama, 2008)


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