El día de hoy

29 de enero de 2009
Judith Lange imagina así a los cronopios (yo no)

"Esta escalera es para bajar y no para subir", le dijo Aurora Bernárdez a Julio Cortázar un día en la Villa Médicis de Roma (lugar del que yo también guardo un grato recuerdo). Así empezó a (des)organizarse en la mente del escritor, ayudado más tarde también más por la música de Stravinsky, su libro "Historias de cronopios y famas" (1962).

La noticia literaria de hace un par de días fue la edición limitadísima (100 ejemplares, Del Centro Editores) de tres inéditos de Julio Cortázar, tres descartes de su libro de cronopios y famas ( Never stop the Press, Vialidad y Almuerzo). Según Aurora Bernárdez, su primera esposa, Julio los apartó para evitar repeticiones, la idea básica del mundo de cronopios y famas (y esperanzas, de quien nadie parece acordarse) puede seguir desarrollándose (casi) hasta el infinito.
Por cierto, a quienes insisten en dividir a las personas en cronopios y en famas, situándose por lo general en el lado divertido y despreocupado del cronopio, les diré que no creo que un cronopio supiera qué supone ser un cronopio y cómo debería comportarse en consecuencia, nunca se definiría como tal. Definirse, a sí mismo y a los demás es más propio de un fama.


Hoy, en cambio, la noticia más comentada (e interesante) que he encontrado en blogs (esa "inmensa taberna") ha sido la traducción por parte de Javier Marías de un cuento inédito (en español) de J. D. Salinger, titulado "The heart of a broken history" que apareció en 1941 en la revista Squire. Se puede leer "El corazón de una historia rota" aquí, en la revista argentina Crítica Digital.

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