Beckett rey

5 de julio de 2009
Samuel Beckett fotografiado por Lufti Özkök

No hay nada bueno en trabajar un domingo. No trato de engañarme. Pero, aquí encerrado en la librería, el día es mucho más tranquilo que a diario, y siempre hay horas muertas en las que uno trata de aprovechar su tiempo (para que la empresa no te absorba todo el día, y se quede con tu ánimo también). Y si esto pasa casi a diario, hoy lo reseño porque la lectura de apenas las tres primeras páginas de 'Cuerpos del rey', del francés Pierre Michon (Anagrama), han conseguido sobrecogerme, emocionarme y hacerme obviar el lugar al que uno debe la mayor parte de sus horas de aliento.

"Los dos cuerpos del rey", texto con el que se abre el libro para darle también nombre, es suficiente para considerar 'Cuerpos del rey' y a su autor lecturas recomendables (obligatorio aún tiene resonancias colegiales). Textos varios y breves que vuelen a su enfermedad literaria: Faulkner, Flaubert, Beckatt, Victor Hugo, Balzac... Una fotografía en blanco y negro tomada en el otoño del 61: el cuerpo inmortal del Rey (el Autor, la Literatura) necesita de una sucesión de encarnaciones temporales, llamados Shakespeare, Joyce, Dante...: cuerpos y nombres que son cárcel temporal del genio. En el año de 1961 esa encarnación lleva el rostro de Samuel Beckett, entronizado hace años, y enfrentado en ese preciso instante -en la imagen que funciona como excusa del texto- al objetivo del fotógrafo Lufti Özkök, que fue capaz de hacer asomar en la imposible combinación de hielo y fuego de las pupilas del curpo que desaparecerá, la intangibilidad del alma real y eterna e inmóvil, en cuya búsqueda pasamos todas nuestras horas de lectura. ¿Pueden ser ambos cuerpos capturados en una sola imagen?; ¿es Michon Rey y pocos se han dado cuenta de ello hasta ahora?...lo que está claro es que yo debería haberme callado líneas arriba.

"Año 1961. Más bien otoño, o principios de invierno. Samuel Beckett está sentado. Hace diez años que es rey, algo menos o algo más de diez años: ocho años, porque entonces se estrenó Godot; once años porque Jérôme Lindon publicó en bloque sus grandes novelas. Nada hay en Francia que pueda ponerlo en jaque o disputarle el trono en que se asienta. sabido es que el rey tiene dos cuerpos: un cuerpo eterno, dinástico, que el texto entroniza y consagra, y al que arbitrariamente llamamos Shakespeare, Joyce, Beckett, o Bruno, Dante, Vico, Joyce, Beckett, pero se trata del mismo cuerpo inmortal ataviado con pasajeros andrajosos; y hay otro cuerpo mortal, funcional relativo, el andrajo, que se encamina a la carroña; que se llama, y nada más se llama, Dante y lleva un gorrito que le baja hacia la nariz chata; o nada más se llama Joyce, y entonces tiene aniñños y mirada miope y pasmada; o nada más se llama Shakespeare, y es rentista bonachón y robusto con gorguera isabelina. O se llama nada más, y carcelariamente, Samuel Beckett; y en la cárcel de ese nombre se halla sentado, en el otoño de 1961, ante el objetivo de Lufti Özkök, turco y fotógrafo, fotógrafo esteticista que a su modelo vestido de oscuro le colocó detrás un paño oscuro, para dar al retrato que le va a hacer un toque del Ticiano o de Philippe de Champaigne, un marcado toque clásico. Tiene ese turco por manía, o por oficio, ser fotógrafo de escritores, es decir, retratar, recurriendo a cumplido
artificio, maña y técnica, ambos cuerpos del rey, la simultánea aparición del cuerpo del Autor y el de su encarnación del momento, el Verbo divino y el saccus merdae. En la misma imagen. [...] "


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