Trastornados

18 de octubre de 2009
Thomas Bernhard

Uno de nosotros empieza a leer 'Trastorno' de Thomas Bernhard. A mí me parece una estupenda noticia, no? Y aunque tengo bastante reciente su lectura y el recuerdo de cierta sensación abismal y la palabra y el pensamiento despiadados, lo cierto es que siento algo de envidia: uno puede releer las veces que quiera un mismo libro, pero nunca podrá sentir el vértigo del primer descubrimiento.

Esta novela deslumbra y ensombrece a partes iguales. Es imposible sentirse a salvo de su lectura, inevitable quedar tocado de algún modo. Pero es bueno dejar a un lado las novedades de portadas relucientes y pasar el domingo encerrado junto a un libro así. Aunque otros pudieran pensar lo contrario, y alertaran contra las consecuencias de su lectura, ya que al parecer cuando un joven Javier Marías, trastornado tras la lectura de la novela en una traducción francesa, presentó este libro para su publicación siendo miembro del consejo asesor de Alfaguara, la editorial se negó a ello alegando poco menos que la lectura de 'Trastorno' incitaba al suicidio. Por suerte, el encargado de realizar una segunda lectura, y que se convertiría en el traductor "oficial" de Bernhard al castellano (y biógrafo y etcétera), Miguel Sáenz, se dió cuenta de la importancia de un texto como éste y de la necesidad de publicarlo.

Todo aquello debió suceder en torno a1978 (seguramente uno o dos años antes), cuando apareció la primera edición de 'Trastorno' , gracias a la traducción de Sáenz, que se ha encargado también de la traducción del último inédito de Bernhard, 'Mis premios' (Alianza), y a la insistencia de Marías, sin la cual no hubiera tenido lugar aquella necesaria segunda lectura.

Pero me hace gracia saber que pudieran alegarse motivos tan desalentadores y enfermizos para rechazar un libro, que casi podrían parecer hoy día muy al contrario una inequívoca marca de interés, ya que la mayor alegría que en ocasiones pueden producirnos algunos de los libros que tan a gusto se publican y tan bien se venden es dejarlos a medias, cuanto antes mejor, felices por sentir que su autor no va a hacernos perder más tiempo. (Del resto de libros, aquellos que saben que lo politicamente correcto no es un valor literario, nos gusta ocuparnos.)

"El estaba acostumbrado, dijo, pero a mí podía trastornarme e inducirme a
reflexiones perjudiciales
; precisamente yo, en su opinión, tendía siempre a dejarme trastornar por todo y por todos, de una forma que me hacía daño."


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