Aún en pijama, bebiendo café y leyendo los suplementos de ayer

24 de enero de 2010
...y mañana será lunes por la mañana

Dedico la mañana del domingo a dar buena cuenta de los suplementos culturales de ayer. Voy ya por el segundo café, y terminado el Babelia empiezo con el ABCD de las artes y las letras. Y como siempre que hablo del suplemento de los sábados en El País lo hago para sacarle las cosquillas, hoy diré que muy al contrario su número 948 no está tan mal. Ahí va mi enumeración (como un índice con anotaciones propias):

1. 'Libros que no acabé de leer': de acuerdo con Santiago Gamboa en las muchas razones que podemos tener para no terminar un buen libro, argumentos que no le restan un ápice de calidad o interés a las novelas que cita sino todo lo contrario. A bote pronto pienso en la magnífica 'La novela luminosa' de Mario Levrero, por motivos similares con los que Gamboa cita las novelas de Sollers y Bernhard. Y para el final del artículo su referencia a los libros malos que uno nunca debería haber empezado a leer.

2. La imagen del rincón del genial (perdón por la efusividad) Pat Metheny en una iglesia de Brooklyn (aquí). Me alegra encontrarme con este guitarrista (y más) en estas páginas, así puedo de paso recomendarlo, volver a sus discos mientras leo, e invitar a otros a escucharle quizá por primera vez en su myspace. (Buscando este enlace descubro que el grupo Maga tiene nuevo single; a S. seguro que le gusta saber esta noticia.)

3. Buena y bien merecida la entrevista que Andrés S. Braun dedica al novelista japonés Kenzaburo Oé (en portada: 'El gesto del hidalgo'), apacible y crítico en su casa de Tokio junto a su esposa y al hijo de ambos, Hikari, músico cuya discapacidad intelectual es conocida por los lectores de Oé; en varias de sus obras aparecen personajes basados en su hijo, bajo el nombre de Eeyore, de forma parecida a como en la novela que ahora aparece en castellano, y motivo de la entrevista, 'Renacimiento' (Seix Barral, 2009), parte de sí mismo forma parte de la esencia del personaje Kogito (álter ego, literatura del yo -watashi en japonés- o como quiera decirse) y su fallecido cuñado Yuzo Itami se "transforma" en Goro.

Muy interesante cuando habla de cuestiones políticas, relacionadas en particular con el pasado de su país: "Me han demandado asociaciones de ultraderecha que pretenden modificar los libros de texto, obviando los crímenes del ejército imperialista. Argumentan que mi libro periodístico Okinawa Notes [1970, inédito en español] no tiene fundamento. En él describo cómo el ejército obligó a unos 700 ciudadanos de Okinawa, entre los que había mujeres, niños y ancianos, a quitarse la vida. Todo porque los civiles ayudaron a construir bases militares en la isla y el ejército tuvo miedo de que alguno de ellos fuera capturado por los estadounidenses y les pasara información. Todo esto aparecía en los libros de texto, pero hace unos años estos y otros párrafos sobre la actuación del ejército se empezarona retirar con el visto bueno del Gobierno. Lo increíble es que si yo pierdo este juicio es muy posible que desaparezcan estos hechos de los libros y a los niños se les cuente una historia muy diferente. [...] si se impone, será una amnesia inducida. Los gobiernos de Japón están invitando a la gente a que olvide."
"Creo que si los japoneses consiguen proteger la actual constitución democrática y pacifista, esa identidad saldrá ganando. Su artículo 9 estipula el rechazo a tener fuerzas armadas y resulta fundamental para mantener este espíritu, aunque muchos políticos y ciudadanos apuesten por cambiarlo. Hace seis años yo fui uno de los fundadores del movimiento a favor de conservar el artículo 9 junto al crítico y escritor Shuichi Kato y a otras siete personas. Ahora somos más de 7.000 afiliados. Es el único movimiento real que trabajapara proteger esta constitución. Éste es mi movimiento político y mi literatura está muy ligada a esto."

O cuando lo hace de asuntos puramente literarios y de los posibles caminos que quizá tome su obra aún por escribir: "Rimbaud es un punto de partida para la literatura moderna y, como Rimbaud, todos los grandes autores de la modernidad tienen algo que han perdido, algo que les falta. Todos escriben sobre un héroe que ellos no han podido ser. Y la forma inicial, el prototipo, es Don Quijote, de Cervantes. Él tenía un brazo inutilizado y le llamaban manco [lo dice en español]. Pienso que todos los grandes autores del siglo XX, desde García Lorca hasta Günter Grass, son mancos, les falta algo. En francés el verbo manquer indica un déficit en la persona, es muy significativo. Yo tengo tantas manques [lagunas, en francés]. Hace 46 años que vivo con mi hijo, que es deficiente. Y siento que ésa es mi gran manque. Él también es manco, pero él es mi héroe y a mi me gustaría que él fuera el héroe de esta nueva novela que ahora está en mi cabeza. En cualquier caso, yo no tengo un destino ni un talento tan grande como Cervantes (ríe). [...]"
Lo mejor, sin duda, es que 'Renacimiento' me está esperando sobre la mesa para ser leído.

Buscaba una foto de J.Joyce leyendo con gafas y lupa, pero he encontrado esta otra (mucho mejor, no?)

4. Como siempre (por este lado/página casi todos los sábados salvaría el Babelia) el esperado artículo de Antonio Muñoz Molina, 'Mundo Bauhaus', dedicado hoy, es decir ayer, a la exposición del MOMA de Nueva York 'Bauhaus 1919-1933: Workshops for Modernity', y al sueño de racionalidad (y a la simiente peligrosa que pudo anidar en su interior, y legar también al futuro) que supuso dicha empresa.
Lo único que no entiendo es cómo, hablando de la importancia concedida a la tipografía, "la tipografía en el título de un libro o en un cartel nos están diciendo tanto como lo que significan las palabras", o citando la importancia y limpieza de las tipografías creadas por Herbert Bayer, no se cita al maestro Úbeda, quien diseñó este baublogger con rigor y pasión calculada al milímetro, para que nuestras palabras en ocasiones vacuas aparezcan al menos habitando un espacio de líneas puras tan funcional como elegante (aquí podéis leer sus principios); en la conocida fotografía del grupo en diciembre de 1926 -la misma que encabeza el artículo de Muñoz Molina- Úbeda aparece elegante, tocado con sombrero y guiñando un ojo, a la derecha de J. Albers, a la izquierda del todo de la imagen, por eso mismo ¡no llego a entender como esta estupenda fotografía aparece reproducida en la mayoría de los libros cortada ahí! dejando fuera de campo una de las piezas fundamentales del trabajo y el legado de la Bauhaus, como si Albers y Schlemmer fueran los parétesis de este pais fuera del tiempo que sueña la ciudad del futuro (incluyendo a sus habitantes).

5. Vaguería. Una sensación parecida, aunque no del todo bien calificada por mi parte como "vaguería" me inunda si pienso en empezar a leer un libro de Joyce Carol Oates. Primero, porque las cifras de tan extensa producción (¡más de 100 títulos en unos 50 años!) no me incitan a meterme en tal reserva natural por propia voluntad, o sin guía cualificado. Y en segundo lugar porque ojeando sus libros nunca creo poder empatizar con sus obsesiones temáticas; las palabras de Francisco Solano reseñando su nuevo libro de cuentos 'Infiel. Historias de transgresión' (Alfaguara, 2010) no ayudará a producir un cambio: "Raro es el cuento que no esté atravesado por una muerte, un suicidio, un asesinato, o aderezado con gruesas dosis de humillación e indignidad de las rupturas depareja. [...] Nadie puede escapar a la violencia, parece decir Joyce Carol Oates, quien no es asesino es víctima", en un libro de cuentos que parece haberse podido titular 'Armas'.

6. Las tres reseñas de J. Ayala-Dip. Primero, la importancia y calidad del nuevo/viejo libro de Ramiro Pinilla; con esta nueva edición de 'Las ciegas hormigas' (Tusquets, 2010) se recupera el brillante (y faulkneriano) texto ganador del Premio Nadal (cuando dicho premio daba visibilidad a nuevos autores con obras de destacada calidad -salvo excepciones: antes y ahora-) de 1960 (ganador también del Premio de la Crítica al año siguiente). Llevo leída la mitad de esta novela, ya contaré más en otro momento.

Segundo, los muchos peros a la nueva novela de Álvaro Pombo, 'La previa muerte del lugarteniente Aloof' (Anagrama, 2009). Cree que los argumentos de la novela hubieran merecido un mayor desarrollo, y que la insuficiencia formal que padece la obra empieza con la innecesaria unión de dos incipientes novelas desperdiciadas. También hace una ácida alusión, al final del artículo, sobre un supuesto "descuido" de la editorial Anagrama al olvidar citar en la solapa del libro, en la bi(bli)ografía de Pombo, las dos anteriores novelas que éste -qué casualidad- publicó en Planeta.

Y, por último, su intento infructuoso por desentrañar y disfrutar de la última novela de Fresán, 'El fondo del cielo' (Mondadori, 2009) (que a pesar de todo yo leeré: cada uno cuenta y se enternece con sus propias debilidades). "Fresán echa mano de Cheever para decirnos que él no usa tramas, sino emociones, sueños y conceptos. Y de ello hay mucho en su novela. Pero al lector le va a costar mucho, como a este crítico, determinar su función en el relato, excepto que se nombran. Y trama hay, pero no hay manera de echarle el guante. Alguien narra. Alguien es narrado. Pero no se atina entre tanto guiño (algunos muy baratos como ese dedicado a Proust al que se llama Mars-El) y frases jeroglíficas del tipo: "Si consigues olvidarte antes de que nadie te olvide, es entonces cuando alcanzas una especie de inmortalidad. te conviertes, de algún modo, paradójicamente, en alguien inolvidable". No se entiende, como toda la novela." Lo cierto, es que se echan de menos frases tan definitivas en la crítica literaria actual, aunque en este caso sea consecuencia de la incompatibilidad del crítico con uno de mis autores preferidos, en cuanto lea la novela les digo algo.


Creo que M.Monroe es la actriz más fotografiada leyendo





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2 comentarios

  • Mmmmh! Me gusta esta crítica de la crítica ¿en qué nos convierte esto, sr.Infame?, en el furúnculo del furúnculo...

    Por cierto, que si necesita un guía para leer a Oates pruebe con la banda de "Puro fuego". Y luego me cuenta.

  • Leí hace unos años una novela de Joyce Carol Oates: "¿Qué fue de los Mulvaney?". Una novelón de los de antes. Tardé en leerlo, pero mereció la pena. Eso sí, con ese libro agoté mi paciencia con ella.

    Hay autores de los que, una vez leído un libro, sientes que ya has ñeido todos. Es el caso de esta mujer.

    No creo que me acerque a sus cuentos.

    El texto de Gambo es de lo mejor que he leído últimamente