¡El gobernador debe morir!

17 de febrero de 2010
¿¡Pero qué co...!?


La fascinación por el terror ha dado algunas de las páginas más extraordinarias de la literatura del siglo XX y, si observan detenidamente las mesas de novedades, es indudable que apunta en el horizonte como una de las temáticas más recurrentes en lo que llevamos del XXI (Rushdie, Updike, Gutiérrez Aragón...). Obras como El agente secreto de Conrad o Los demonios de Dostoievski se encuentran entre las mejores de sus autores. Y si vuelven a leer los nombres anteriormente citados comprobarán que esto de por si ya es mucho... De hecho, fue este último quien se basó en el siniestramente real Sergei Nechaiev para crear muchos de sus ángeles exterminadores. Y hablar de ángeles cuando nos estamos refiriendo al nihilismo ruso no es equivocado, pues fue en estas tierras donde la actividad terrorista adquirió unos rasgos mesiánicos peculiares y que han ayudado a configurar durante mucho tiempo nuestra imagen del terrorista.

El recurso a la violencia para lograr la transformación de la realidad, aunque eso supusiera la imposición de una voluntad sobre otra o, directamente, la desaparición del otro, no es algo nuevo. Lo que se dio en llamar “propaganda a través de los hechos” ha constituido durante años la prueba visible de la vulnerabilidad del poder, un gesto que demostraba que el Estado no ostentaba el monopolio exclusivo de la violencia. Así lo entendió Boris Savinkov (1879-1925), personaje extraordinario que recogió la mejor tradición rusa y su experiencia criminal para escribir El caballo amarillo. Diario de un terrorista ruso (Impedimenta).

las otras noches revolucionarias

La galería de personajes que aparecen en este diario suponen una buena muestra de la heterogeneidad del movimiento revolucionario y de las diferentes motivaciones que pueden conducir a un hombre hasta el terrror. Igualmente, no es difícil ver en el terrorista George un trasunto del propio escritor, un narrador desprovisto de cualquier sentimiento tras el que sólo encontramos un vacío frío y cortante que le separa de los demás: Existe una barrera entre ellos y yo. Es una frontera infranqueable. Y es una espada carmesí. Así, si en Vania es posible observar una veta iluminada por el misticismo o en Heinrich el compromiso político llevado al extremo, en George sólo vemos la hoz empuñada por el asesino.

¿Pero era Savinkov realmente así?. En el prólogo James Womack señala el evidente paralelismo de El caballo amarillo con la obra de teatro de Albert Camus Los Justos, en la que contraponía la bestial figura de Fedorov al idealista Kaliayev. Y esto resulta especialmente importante, no sólo porque el escritor conociera la obra del ruso, sino porque esa misma polaridad invertida es la que podemos observar en Savinkov: un idealista al que los cenáculos de Montparnasse abrieron sus puertas (Apollinaire se refería a él como notre ami l´assassin) que no dudaba en organizar el asesinato a sangre fría de sus adversarios políticos.

Estrenada en 1949, la obra de Camus fue mal recibida por una izquierda poco contemplativa con sus hijos prófugos. Sin embargo, el premio Nobel sabía que en la mayoría de ocasiones el ideal termina por corromperse y que las revoluciones acaban por forjar unas instituciones igualmente injustas a las que intentaba sustituir, por lo que él siempre se mostró partidario de la revuelta frente al hecho revolucionario, de la necesidad de abolir esas estructuras en lugar de invertirlas y de hacerlo sin pasar necesariamente por el recurso a la violencia, todavía defendido por Sartre y sus mandarines años después.

Y miré, y vi un caballo amarillo; y el que cabalgaba sobre él se llamaba Muerte...

Que el desencanto suponía una modalidad de traición para los antiguos camaradas y compañeros lo había demostrado el propio Savinkov. El dandi criminal, el escritor revolucionario, acabó sus días en la siniestra Lubianka en la creencia de que una Rusia democrática, más allá de los excesos bolcheviques (excesos que el compartió y apuró hasta las heces) era posible. Tal vez Savinkov nunca dejó de ser un burgués como dijo lenin. Eso sí: con una bomba en el bolsillo.

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4 comentarios

  • Anónimo says:

    Bravo por el comentario espléndido sobre Camus, la revuelta y no la revolución, fino fino.

  • Anónimo says:

    menudo pájaro! Es realmente buena o tan sólo es un hype? (de principios de siglo, claro!).

  • aspavientos says:

    ESpléndido comentario! gracias.

  • Buenas tardes 'tipos infames',

    Quisiera disculparme, pero no he encontrado otra manera de contactaros que a través de los comentarios.

    Soy Natalia, de Paperblog. Me pongo en contacto con vosotros para invitaros a conocer el proyecto Paperblog, http://es.paperblog.com, un sevicio de difusión cuya misión consiste en identificar y dar a conocer los mejores artículos de los blogs inscritos ,que sino, se diluyen entre la masa antes de llegar a los oportunos lectores. "Tipos infames" se adapta a nuestros criterios y creo que vuestros artículos resultarían muy interesantes a los lectores de "Cultura"

    Espero que os motive el proyecto que iniciamos el mes pasado con tanta ilusión. Échale un ojo y Mientras, no dudéis en escribirme para conocer más detalles.

    Un saludo de todo el equipo,

    Natalia -natalia@paperblog.com
    Responsable Comunicación Paperblog