Las "aventis" del nuevo (¡y justo!) Cervantes

28 de noviembre de 2008
Nuestro voto para el Cervantes: Juan Marsé

La verdad es que hacer quinielas sobre los premios literarios se parece mucho a elucubrar las posibles necrológicas del año… con el inconveniente añadido de que si fallas el tiro no puedes guardarla en el cajón, cruzarte de brazos y esperar a que el tiempo, tozudo como él solo, siga su curso… ¡Pero cómo nos alegramos de que nuestra voz se haya escuchado en el Cervantes! No, si ya sabíamos nosotros que no hay día que pase que el ministro no pregunte si hemos escrito algo...

Por mucho que hubiera otros favoritos, ha sido Juan Marsé (Barcelona, 1933) quien al final se ha llevado el subidón de 'pasta' del Premio Cervantes 2008. Y es que podría pensarse que a Marsé este tipo de galardones le traen al fresco después de la jarana que organizó hace unos años en la entrega del Planeta cuando puso de vuelta y media la obra de la ganadora, calificando no de baja, sino de "subterránea" la calidad de las obras ganadoras (¡y eso que era miembro del jurado!), pero va a ser que no.

Ha llovido mucho desde que este catalán jugaba a contar historias ('aventis') con sus amigos en los descampados del extrarradio de Barcelona. Un aguacero que ha visto cambiar un país y ha dejado por el camino un puñado de extraordinarias novelas entre las que brilla con luz propia la divertidísima 'Últimas tardes con Teresa' (Seix Barral, 1966), en la que, gracias a Manolo Pijoaparte (un trepa en toda regla, charnego y macarra para más señas) ponía a caer de un burro a toda la falsa progresía catalana de la época.

Pero si tuviésemos que acometer la difícil tarea de recomendar tan sólo una obra de Marsé sería la EXTRAORDINARIA (sí señores, con mayúsculas) 'Si te dicen que caí', novela que demostraba que la libertad estaba allí, esperando para que nos acercásemos a ella sin miedo y dejáramos de sobarla sólo con la palabra. Una recreación de su niñez y de la Barcelona de posguerra que ha acabado convertido en una suerte de contraseña entre sus lectores. 'Si te dicen que caí' (por cierto, un verso del himno falangista 'Cara al sol') tiene una historia tortuosa que incluye el lápiz rojo de la censura, ediciones clandestinas, secuestros (del libro, no se vayan a imaginar al pobre Carlos Barral en un maletero) y una anécdota por cada lector que se haya acercado hasta ella.

Luego vendrían otras como 'La muchacha de las bragas de oro' (1978), 'El embrujo de Shanghai' (1993) o 'Rabos de lagartija' (2000), con el que ganó el Premio Nacional de Narrativa. Pueden elegir otras que, aunque a nosotros no nos gusten tanto, serán mucho mejor que lo que suele asomar en las estanterías de las librerías. Su último libro, 'La gran desilusión', es una obra escrita en los 70, pero rescatada ahora por Seix Barral. Tan difícil de clasificar como el propio Marsé. El gran Juan Marsé.

Por cierto: los Infames estamos ya hasta la punta del botín de tanto premio y no poder decir nada al respecto, así que anunciamos la creación de uno para ya mismo y que contará con la colaboración de nuestros pacientes lectores. Pero no podemos adelantarles nada todavía, así que permanezcan pegados a sus pantallas. Usted también, señor ministro.

Publicado en soitu.es (27-11-2008)

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