Banville versus Black

23 de marzo de 2009
Tras Benjamin Black se esconde John Banville (o era al revés?)

Imaginemos que un tal Benjamin Black se inventa un autor de novela y firma todos sus libros como John Banville sin que nadie lo sepa. Hasta aquí es sencillo. Luego, tras varias novelas y muchos reconocimientos, B. B. decide darle la vuelta a las cartas que ha jugado. Pero entonces encuentra una mascarada aún más divertida (y retorcida): volver a ser J.B. y escribir tal y como hubiera deseado hacer la primera vez que se puso delante de un papel en blanco, pero diciendo que realmente él es quien dice haber sido, inventándose un pseudónimo de autor de novelas negras: John Banville.

Les pedí imaginación y esto ha terminado convertido en un lío padre de nombres y autores: ¿quién es de verdad y quién es heterónimo? Pues vaya usted a saber. Y qué más da! "Lo cierto es que apenas necesitamos de un atisbo de la realidad. La imaginación hace el resto." (dice John Banville por boca de Benjamin Black o B.B. haciéndose pasar de nuevo por J.B.) De hecho, en la misma entrevista que cualquiera de los dos concedió a Rodrigo Fresán, queriendo decir algo divertido volvió a despertar nuestras dudas: "En mis pesadillas veo un diccionario de escritores editado en 2080 donde en la entrada de John Banville se lee: «'Banville, John': ver 'Black, Benjamin'»"

De todo lo anterior hagan el favor de hacernos ni caso, tómenlo como "jeremíadas escritas con una elevada dosis de pasión" (pág. 18) y nada más. Bueno sí, lean la entrevista de Fresán y la reseña de Mercedes Monmany. La única verdad es que hoy he empezado a leer "El lémur" (Alfaguara, 2009) de B.B. (o de J.B.).

Absorbente. Inteligente. Y elegante. Ahí van dos de mis subrayados (de momento):

"Llevaba además unos leggings a franjas blancas y grises, horizontales, que a él le hicieron pensar con total incongruencia en la catedral de Siena."

"Ojalá, se dijo, se vistiera. Necesitaba pensar con suma precisión, decidir qué debía decirle y, mucho más importante, qué era lo que no debía decirle de ninguna manera, y su desnudez era una fuente de distracción. Cuando aún era un adolescente en Dublín sólo de ver un pezón se le ponían las gónadas como los tambores giratorios de una máquina tragaperras."



Pero ahí no se acaban las noticias. Acabamos de enterarnos de que Andrés Neuman ha ganado en XII Premio Alfaguara de Novela. El jurado, presidido por Luis Goytisolo y formado por Julio Ortega, Ana Clavel, Ignacio Polanco, Gonzalo Suárez, Juan González y Carlos Franz, ha considerado a la novela "El viajero del siglo" -de entre los 523 manuscritos enviados desde España y Latinoamérica- ganadora de esta convocatoria: con una dotación económica muy importante (de muchas cifras) y la publicación de la novela en Alfaguara para el mes de mayo.

Poco sabemos -de momento- sobre la novela. Tan sólo lo que podemos encontrar en la página de la editorial: "El viajero del siglo es un ambicioso experimento. Propone volver a mirar el siglo XIX con la perspectiva del XXI. Buscando una posada para pasar la noche, Hans detiene su coche de caballos en Wandernburgo, una ciudad entre Sajonia y Prusia. Se queda un día más y, al siguiente en la Plaza del Mercado, se fija en un anciano que toca el organillo.
Emocionado por la música, se acerca a dejarle una propina y a conversar con él. Pronto entablan amistad y la estancia de Hans se alarga indefinidamente. En una recepción de personalidades y familias importantes, conoce a unos apasionados contertulios y, sobre todo, a Sophie, la hija de uno de ellos. Aunque la joven está comprometida, surge el amor al que amenaza un enmascarado asesino que ronda la ciudad.
El viajero del siglo es un diálogo entre la Europa de la Restauración y los planteamientos de la Unión Europea; entre la educación sentimental actual y sus orígenes, entre la novela clásica y la narrativa moderna. Comparando el pasado y nuestro presente global, el relato analiza los conflictos actuales: la emigración, el multiculturalismo, las diferencias lingüísticas, la emancipación femenina y la transformación de los roles de género. Todo ello en un intenso argumento, no exento de intriga y humor, y con un estilo rompedor que ofrece a tan profundos asuntos un sorprendente cauce."
Leeremos la novela en cuanto caiga en nuestras manos. Y entonces pasaremos a informarles al respecto.

P.D. y ya que hablamos al principio de Benjamin Black y de John Banville, diremos para terminar que Andrés Neuman presentó su manuscrito bajo el pseudónimo de Von Stadler.


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