La posible pista sobre la continuidad de su labor nos la proporciona la editorial Errata Naturae al publicar un hermoso y terrible libro: 'El destripador'. Su autor, Robert Desnos , quien fuera profeta del sueño surrealista, atraído irresistiblemente por todas las desviaciones de la conducta humana y por un brutal crimen en el Saint-Denis de los años 20, se dedica a analizar los crímenes atribuidos a Jack el Destripador en las calles del Londres victoriano de hace décadas.
Seducido por el horror, describe una a una las víctimas del asesino con un lenguaje de forense terriblemente conmovedor. La frialdad de los hechos, contrasta poéticamente con la ternura de los cuerpos aún calientes, en los cuales aún puede rastrearse la belleza de ciertas posturas similares a las del sueño o los arabescos que el cruel Jack dibuja con su arma en el cuerpo de las víctimas, al igual que un artista firma en la esquina de sus lienzos.
Los datos más escalofriantes consiguen llenar estas páginas de Desnos de una rara emoción, de cierto lirismo teñido del escarlata brillante de la sangre derramada sobre el gris de las calles londinenses. Bajo su supuesta apariencia de 'gentleman' de cuidado aspecto y buenos modales, se oculta un genial asesino de inusitada destreza, conocedor de la anatomía humana de forma similar a la que un 'maître d’hôtel' despieza un pollo asado: Jack el Destripador tarda tan sólo dos segundos en cortar el cuello de su víctima, cinco minutos en darle al crimen todo su horror, y luego apenas un instante para contemplar su obra antes de irse.
Robert Desnos, aún con las legañas del sueño poético
Las ilustraciones que David Sánchez ha hecho de las mujeres acuchilladas y destripadas convierten este libro en pieza de estudio y disfrute de los miembros de la Sociedad de Entendidos en Materia de Asesinatos, de la cual bien podría formar parte el anónimo personaje que Robert Desnos conocerá al final del libro tras un encuentro inesperado y maravilloso, tan del gusto surrealista: "Las extrañas revelaciones hechas a París-Matinal por un amigo de Jack el Destripador".
Sin duda, esta Sociedad que considera ciertos asesinatos un arte y hace de su estudio una ciencia debe seguir reuniéndose en algún sótano anónimo para hablar de sus monomanías mientras beben siniestros licores y se recomiendan alguna que otra novela negra. Si alguno de sus miembros suele leer nuestros artículos, no quiero perder la oportunidad de aconsejarles también la lectura de la última novela publicada por el esteta John Banville bajo su pseudónimo de acción, Benjamin Black . 'El lémur' (Alfaguara, 2009), sin ser una novela sometida al género detectivesco, está concebida para encantar y para enganchar al lector por su lenguaje y desde el momento en que el joven genio informático que ha sido contratado para investigar el pasado de William Mulholland, "el gran Bill", con el fin de recabar información para una biografía, aparece muerto: un disparo de Beretta en el ojo que consigue revolver el pasado.
Publicado en soitu.es (5-4-09)
Alfaguara, Benjamin Black, Errata Naturae, John Banville, Robert Desnos, Thomas de Quincey
muy buena la entrada, si señores (infames)
hacía tiempo que no me acordaba de lo enorme que es la obra del Sr Quncey. Me veo obligado a seguir su recomendación y echar mano de la de Desnos, aunque sólo sea por corroborar que, como a todos los surrealistas, las mujeres les parecían mejor si estaban a pedacitos... pero de Jack soy fan, que para eso es el "criminal perfecto" del que habla Thomas, y por tanto, uno de los grandes "genios" del arte occidental (no hay uno que no le haya hecho la putadita a las mujeres de una manera u otra, así que ahí tiene mucho en común con -pongamos- Picasso)
Lo que no me ha quedado del todo claro es aquello de "convertir ese deseo en una actividad merecedora de formar parte del programa de alguna asignatura de la licenciatura de Historia del Arte"... en el fondo, no hay artista del XIX que no quisiese cargarse a toda la humanidad, y ni contar con los surrealistas (que pesaditos fueron, por cierto, qué manía les tengo)para los que lo más de lo más en materia de "gestos" era salir a la calle y liarse a tiros con la multitud...
en fin, que no me lio más, que algo de razón tendrían